20 años no es nada pero las obras tampoco quedan…

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20 años no es nada pero las obras tampoco quedan…
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Decía Carlos Gardel en un icónico tango que 20 años no es nada. Dependiendo del cristal con que se mire esta expresión cae bien para el contexto del amor o la añoranza… pero cuando repasamos los últimos 20 años en Costa Rica, pareciera que 20 años son demasiados…

Recientemente el director a.i. del Hospital de Niños, Carlos Jiménez, hablaba en conferencia de prensa, en Casa Presidencial, de la urgencia que tiene el país de levantar la Torre de Cuidados Críticos del Hospital Nacional de Niños, también denominada “Torre de la Esperanza”. Ante un anuncio de Gobierno, el doctor  Jiménez señalaba la importancia de esta infraestructura, y al señalar lo necesario y apremiante de la Torre, decía que esto era urgente desde ya hace 20 años.

En estos momentos, en Costa Rica también urge un Hospital en Cartago y otro en Limón, por citar dos edificios de infraestructura médica. Urge también la carretera a San Carlos, igualmente urge que se concluyan las obras en Taras-La Lima… en fin.

Podríamos decir que ideas como Ciudad Gobierno también son importantes y se vuelven urgentes si queremos ver la reducción del gasto público en alquileres de edificios.

Pero son muchas las necesidades en el país. Hoy todo apremia. Todo urge, porque en algún punto de la historia, se dejaron de hacer las cosas y dejamos pasar los años…

Muchas de las obras que nos urgen y son necesarias, lo eran hace 20 años, pero otras ya cumplen 30, otras 40 y otras hasta 50 años o más de espera… A diferencia de Gardel podríamos terminar cantando a este punto, que un siglo no es nada, sobre todo cuando los habitantes de San Carlos, y quienes visitan la zona, han visto apagada la esperanza de esta ver concluida esta obra.

Me atrevo a robar unos versos de la letra, de otra canción, esta vez de Julio Iglesias, que dice: “las obras quedan, las gentes se van…otros que vienen las continuarán… la vida sigue igual…”.

Acá en Costa Rica, si reescribiéramos esa canción habría que decir, las obras no quedan, las gentes se van, y el dinero también se va… los que vienen no continuaron y sí… la vida siguió igual. ¡20 o 50 años no son nada, pero las obras tampoco quedan!

Algo tenemos que hacer entre todos, porque de lo contrario podríamos seguir trayendo otros excelentes cantantes a la memoria y otras buenas letras, para al menos amenizar la situación crítica de obras que se quedan en sueños o por las cuales hay que esperar gran cantidad de décadas.

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