200 años de patronazgo y muchos más de protección maternal
Al celebrar, una vez más, la Fiesta Nacional en honor de Nuestra Señora de los Ángeles, debemos agradecer por su protección sobre esta patria bendita y sobre la cual necesitamos la guía de Dios para reparar todo aquello en que nuestra sociedad ha fallado, y para salir adelante ante múltiples retos que se vislumbran en el horizonte.
En esta ocasión, ponemos también la mirada en el mes de setiembre, pues en él se cumplirán 200 años desde que la Asamblea Constituyente de Costa Rica declaró a la Virgen de los Ángeles, Patrona del entonces naciente Estado costarricense…
En el corazón de quienes sembraban la semilla del ser costarricense estaban los valores y la fe, raíces que nos han sostenido a lo largo de los siglos y que no debemos perder.
Cuando cientos de miles de personas peregrinan con motivo de la Romería, o lo hacen cualquier día del año, vemos el reflejo de una nación creyente, pero también son innumerables las manifestaciones de personas que, sin profesar la religión católica, muestran su afecto y devoción a la querida “Negrita” de los Ángeles.
Son 200 años de patronazgo, pero son muchos más de protección maternal. El hallazgo de la imagen se remonta al año 1635, y reconocemos hechos como cuando durante la guerra nacional contra los filibusteros en 1856 y 1857 se invocó la especial protección de Nuestra Señora de los Ángeles. Sería incontable la cantidad de veces de nuestro ruego a la Virgen de parte de un pueblo que la ama y la respeta.
También, hay que decir que en 1924 el Congreso Nacional de la República renovó la declaratoria del Patronazgo de Nuestra Señora de los Ángeles, manifestándose una vez más esas sólidas raíces que esperamos sigan fortaleciéndose en medio de una crisis de valores que nos golpea actualmente como nación.
Nuestra Señora de los Ángeles, desde su hallazgo, ha sido referente del ser nacional y punto de confluencia de todos los costarricenses. Todas las etnias, afrodescendientes, mulatos, indígenas, mestizos, españoles, ricos y pobres han podido ver en la imagen de la Virgen morena a quien les protege y su culto ha sido determinante en nuestra configuración fraterna e igualitaria, sin injustas distinciones raciales o sociales de nuestra sociedad, contribuyendo así a la afirmación de los valores democráticos que permanecen inalterables, ya a lo largo de más de 200 años, en las instituciones jurídicas, civiles, políticas y sociales costarricenses. Que ese sea nuestro clamor en una nueva celebración de una Fiesta Nacional que nos une. Que ese sea el trabajo de todos para seguir viviendo en un país donde queremos que viva siempre la paz
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