2025 un tiempo impregnado de esperanza
Decía Martin Luther King que “la esperanza les regala una invaluable paz a nuestros espíritus”. Este pensamiento no se vuelve más oportuno que durante las épocas de fin e inicio año, pues es un tiempo en que el valor de la esperanza recobra mayor sentido para poder enfrentar las vicisitudes existentes.
Por eso, precisamente, debemos hacer de estos tiempos de inicio del año, un tiempo que nos invite a abrir nuestro corazón a la esperanza, pues ella es la principal virtud que se impone sobre el desánimo y el desaliento que podrían provocar pasadas, y aún presentes, complejas situaciones vividas. Esperanza de que llegaremos a ser mejores ciudadanos, mejores profesionales, hijos, hermanos, compañeros, amigos…, esperanza de que llegaremos a ser mejores humanos.
Ese propósito requiere de una actitud esperanzadora para hacer nacer, en cada uno de nosotros, el fortalecimiento de los valores éticos y espirituales; las ansias de justicia y la renovación de nuestras vidas desde el amor; el respeto, la solidaridad, la tolerancia, la empatía, la fraternidad y el bien común, con el firme propósito de que ese espíritu de esperanza se vuelva una constante en nuestras vidas.
Los tiempos, de inicio de un año, tienen que ser un auténtico acontecimiento personal y espiritual sustentado en la esperanza; solamente así podremos rescatar esa verdadera dimensión de reflexión y búsqueda interna y social que tanto requerimos en nuestra querida Costa Rica en la actualidad.
Innegablemente nosotros podemos hacer, a pesar de estos tiempos tan complejos, que esta sea la mejor de las navidades y el mejor cierre de año, mediante la real conciencia de que las problemáticas nos dan la oportunidad única de descubrir, en la esperanza, ese cambio positivo tan necesario en nuestra dimensión esencial y humanista.
Ojalá que esa confianza por un mundo mejor, simbolizado en el gran héroe universal que fue Jesús, nos deje la perseverancia final de confiar firmemente en que la luz que debe iluminarnos, en todo complejo camino, debe ser la del valor de la esperanza.
Para quienes somos creyentes, simboliza el recordatorio de que Jesús sigue viviendo entre nosotros: en la sonrisa e inocencia de un niño; en la magia de un amanecer; en el consuelo de un enfermo o un desamparado; en los alimentos de cada día; en el abrazo de una madre o un padre; en los pliegues de sabiduría de los ancianos o en nuestra capacidad de pensar y sentir…En fin, lo que verdaderamente se debe celebrar que es el que en nuestros corazones se alumbre, por siempre, y con extrema esperanza, la llegada del amor.
Para ustedes estimados oyentes de Panorama, les deseo muchas felicidades para este 2025. Que la Paz de Cristo reine en sus corazones, sus familias, Costa Rica y en todos los pueblos.
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