En el mes de la patria, hay que hacer algo por Costa Rica
Dicen que para ser un buen gobernante no se necesita de astucia ni triquiñuelas sino de sencillez, humildad y honestidad. Sin embargo, pareciera que para muchos que ostentan el poder, el desfile de egos inflados, es cosa de todos los días. Esto hace que estén tan enfocados en sí mismos, que se les olvida la verdadera razón por la cual llegaron al poder: para servir al pueblo y a los intereses públicos, no a los de quienes financiaron sus campañas, compañeros de partido o compinches.
Las declaraciones rendidas por un ex Ministro de Hacienda, ante la Comisión de Ingreso y Gasto Público de la Asamblea Legislativa, dan la apariencia de no ser afines a la verdad. De ser así, sería bueno que el Ministerio Público investigara a fondo, con el fin de determinar si esa persona habría cometido o no un delito. Nadie está por encima de la ley y la crisis fiscal en la cual nos encontramos es producto de un actuar negligente y hasta pareciera contrario a la legalidad, tanto de ese ex Ministro de Hacienda, así como de un ex Presidente de la República, lo cual da la impresión de tener alguna responsabilidad.
Quien tenga una cuota de poder, por mínima que sea, tiene una responsabilidad enorme y debe estar consciente que, con su actuar puede llevarse en banda a miles de personas inocentes o, por el contrario, puede ayudar a miles. Lo que sí tiene que quedar claro es que quien detenta poder, debe moderar su ego y para moderarlo hay que buscar y aceptar la verdad. Si la verdad es que cometió un error, lo mínimo que debe hacer es, reconocerlo, mucho menos faltar a la verdad en una declaración ante una comisión legislativa.
Sin importar si son negocios de cemento o manejo de finanzas públicas, la ética y moralidad del funcionario electo o miembro del gabinete debería ser el norte siempre. Es inaceptable que se hable de un “manejo heroico” de las finanzas públicas, cuando se deja un hueco enorme en ellas. Lo que procede es investigar y determinar si se ha cometido un delito y, de ser así, que los responsables sean presentados ante los tribunales, sin importar si fue Presidente o no.
No es conveniente, ni útil, pensar que quien actúe en contra de la ley, quede impune, pues quien rompe la ley, por ejemplo, haciendo pagos al margen de ella, no es diferente a quien despoja a alguien de sus pertenencias, en vía pública.
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