Esta frase fue escrita por Publio Terencio Africano en su comedia del año 165 a.c., «El enemigo de sí mismo».
A lo largo de tan amplio tiempo, ha sido interpretada de muchas formas, así que para efectos de este comentario, entendámosla como un recordatorio de que la política y lo público van más allá de los pleitillos entre partidos, y atañen al bienestar de cada ser humano y a la influencia que podríamos tener en él.
Es aquí donde calza el episodio, aún no superado, del «plan fiscal», que tiene a su vez, varios recordatorios para cualquiera de la tres posiciones asumidas frente a él.
Tanto si uno está en contra, a favor o si nos resulta indiferente, o una molestia de esas que causa artificialmente la politiquería, debemos admitir que haber llegado a diciembre en medio de tanta tensión, merece darle cabeza a tres ideas.
La primera es que debemos evitar dejarnos arrastrar por la histeria «findemundista» con la que reaccionamos como gallinas asustadas a cualquier titular malintencionado de la prensa o a cualquier declaración inoportuna de algún personaje público. El país tiene problemas que pueden crecer o pueden tratarse, pero sigue valiendo la pena, aún con todas sus deficiencias.
La segunda es que como costarricenses, todos estamos en el mismo barco. Tenemos mucho más en común de lo que admitiríamos, y por eso debemos evitar que los que se aprovechan de las crisis, nos carbonéen para dividirnos.
La tercera es que si de verdad nos importa el país, la crisis y la falta de justicia en las decisiones públicas, debemos entender que diciembre es una buena fecha para comenzar a hacer una diferencia desde la individualidad.
No importa lo que gastemos en fiestas y regalos, es parte de la temporada y eso no va a cambiar, pero sí podemos buscar a nuestro alrededor y tratar de que al menos una persona, desconocida, fuera de nuestro entorno, tenga su «parte de la fiesta».
Hay organizaciones laicas y religiosas, que pueden canalizar nuestra voluntad de servir. Así que toca contactarlas, y no solo para darles lo que nos sobra, sino también algo más y de mayor significado. Algo que demuestre más allá de la indignación que nos provoca la politiquería, que el impulso principal que nos motiva es nuestro compromiso con esa causa común que es Costa Rica, una causa compuesta de seres humanos de carne y hueso.
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