Miedo, esperanza y victoria
Tenemos miedo de vivir por cuanto sucede, pero si practicamos la esperanza vendrá la victoria. No comprendemos que todo lo que sucede es parte de la vida. No matemos de antemano el optimismo. Aprendamos del agricultor tradicional: siembra con la esperanza de cosechar y lleva en su mente la victoria, sólo pide al cielo que llueva, y nunca se siente autosuficiente; tiene una viva esperanza. No importa si hoy se pasa del espeque al tractor, como dice un poema del poeta guanacasteco Fito Salazar. En cambio, la autonomía personal nos vuelve insensibles e indiferentes. Además, nos vuelve también insolidarios ante las necesidades de los demás. Los tiempos demandan darle paso a la generosidad y al tratamiento de la pobreza.
Costa Rica pide soluciones concretas, nacidas de la inteligencia y el corazón, no de palabras alejadas de las obras. Ha llegado el momento de imprimirle a la existencia un superior espíritu de convivencia y un mayor sentido de la vida, de respeto a la misma y a la paz.
Nuestra convivencia tiende a carecer del espíritu de amistad y de comunicación, del consejo, de un saludo cariñoso, de un abrazo afectuoso, de un regalo, de una mayor entrega, de una sonrisa, de un reconocimiento y de tantas cosas más.
A veces nos olvidamos de que somos hermanos y de que tenemos necesidades comunes. Tampoco olvidemos que somos ciudadanos de una tierra soberana y libre. Mejor dicho, de un país inclinado hacia una libertad responsable y una paz social segura y que llega a todos por igual.
Vivimos protegidos por una democracia participativa y republicana, esa que se renueva cada cuatro años.
Si tenemos miedo de vivir, tengamos esperanza de triunfar, de alcanzar la victoria, no miedo de fracasar. Quien lucha obtiene lo esperado, porque el hombre está hecho para luchar.
Los comentarios están cerrados.