Costa Rica y la Felicidad
Nuestro territorio fue dotado por la naturaleza de un abanico de microclimas el cual dio cabida a una gran variedad de paisajes y a una exuberante flora y fauna, y a la vez, matizó de colores a su eterna primavera; tantas bellezas naturales concentradas en un pequeño territorio impresionaron a Cristóbal Colón y lo bautizó con el nombre de Costa Rica.
Pasaron los años y en 1940, luego de una sucesión de Jefes de Estado, Rafael Ángel Calderón Guardia es elegido presidente y ya como Jefe de Estado promulga el capítulo de las Garantías Sociales que comprende entre otros: el Código de Trabajo, el Seguro Social, la Caja Costarricense del Seguro Social y crea la Universidad de Costa Rica.
Luego, en 1948 estalla una insurrección armada para defender la transparencia en el sufragio; esta guerra civil dura 40 días y sale vencedor el movimiento encabezado por José Figueres Ferrer quien inmediatamente crea la Junta Fundadora de la Segunda República para que gobierne a Costa Rica durante 18 meses.
Esta Junta implementa una serie de decretos, entre los más importantes destacan la abolición del ejército, la nacionalización bancaria, la integración del Tribunal Supremo de Elecciones, la aprobación del sufragio femenino, la creación del ICE, la creación del INVU y la creación de lo que hoy es el IDA.
A partir de este momento, los recursos que antes consumía el ejército pasan a fortalecer la educación y la salud y posteriormente se incluye la protección del medio ambiente.
Gracias a las bellezas naturales y a las transformaciones realizadas en la década de los cuarentas del Siglo XX, Costa Rica comienza a ser ubicada durante periodos consecutivos como el país más feliz del mundo. Sin embargo, en las últimas décadas nuestro país ha venido perdiendo esa hegemonía; además, experimenta un deterioro en muchos aspectos, lo que nos obliga a diseñar una nueva etapa de sabiduría y creatividad que nos eleve a niveles óptimos de bienestar y prosperidad general.
Demos el primer paso con la inclusión del curso de felicidad en el currículo de la enseñanza preescolar, primaria, secundaria, técnica y universitaria. Incluso sería conveniente pensar en la creación de un postgrado en felicidad como estilo de vida en una de las universidades nacionales.
De esta manera vamos a cultivar una cultura de la felicidad como estilo de vida, para que sirva de plataforma en la construcción de una nación ejemplar con las virtudes necesarias para retomar el camino hacia el desarrollo. Porque una sociedad feliz es también una sociedad honesta, optimista e inspirada en el amor y la superación, ingredientes necesarios para forjar una sociedad superior.
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