¿En qué puedo servir?
La vida involucra una comunión con el prójimo y la naturaleza, junto a las debilidades y fortalezas de las personas, donde los valores definen la sana convivencia. Los valores son clásicos ejemplos de vida que, nuestros antepasados defendieron con trabajo, sudor y sangre, para construir un pasado, presente y futuro.
Respeto, libertad y tolerancia, la libertad finaliza donde empieza el derecho ajeno. El respeto es la consideración con que se trata al prójimo, o alguna cosa por su cualidad, lo que determina no causar ofensa o perjuicio. Tolerancia es respetar opiniones, ideas o actitudes de los demás, aunque no coincidan con las propias.
Honestidad, solidaridad y caridad, la honestidad es un conjunto de atributos personales que conducen a la decencia, dignidad y justicia. El apoyo incondicional a una causa, o al interés de otros en situaciones difíciles es solidaridad que, de la mano a la caridad, actúa sin interés a favor del prójimo, sin esperar recibir nada.
La existencia humana sería diferente si la razón de vivir se enfoca como debiera ser, misión simple que se resume en una sola palabra, SERVIR. El acto de prestar servicio y ser útil enaltece y da sentido a la vida. Al despertar se agradece a Dios un día más, que toma sentido con esta pregunta, ¿en qué puedo servir?
Esposas, esposos e hijos, pregunten ¿En qué puedo servir? Hermanos, vecinos y compañeros de trabajo, pregúntense lo mismo. Conocidos, desconocidos, amigos y enemigos, pregunten ¿En qué puedo servir? La sonrisa, el espíritu de servicio y la empatía, abren el corazón y todas las puertas al éxito de la sana convivencia.
Constancia, responsabilidad y prudencia, esa voluntad inquebrantable y continuada en hacer que sucedan las cosas, es constancia, que junto a la responsabilidad es el cumplimiento de las obligaciones y la capacidad de comprometerse en las buenas causas, con cautela, justa y adecuada previsión y reflexión, sinónimos de prudencia.
Humildad, sensibilidad y gratitud, saber que no somos perfectos y aceptarlo, aprender lecciones para mejorar de los errores, es humildad. Comprender las miradas y los gestos más allá de las palabras y sentir el dolor ajeno sensibiliza, agradecer y agradecer lo que recibimos del prójimo y de Dios es la mejor oración.
La existencia inmersa, empapada y rebosante en los valores, da como resultado; una vida al servicio desinteresado de los demás, hace desaparecer el ventajismo, la injusticia y el despotismo.
No hay que buscar ser servido, hay que preguntar ¿En qué puedo servir? Para ser partícipe del cambio que necesita la humanidad.
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