La democracia en la encrucijada.
La democracia constituye, sin duda alguna, el sistema más elevado y depurado que ha construido la civilización humana. Es un sistema en donde coinciden los más sagrados derechos para todos de libertad, igualdad, justicia y solidaridad.
Sin embargo, no es un sistema acabado, todos los días se inicia y todos los días concluye, hay que hacerlo y construirlo permanentemente. Se funda en el Sistema de Partidos Políticos que permite mayor participación y mayor preparación de planes y programas en beneficio de todos.
Sin embargo, en Costa Rica está amenazada por varios peligros, a saber: estamos pasando del liderazgo colectivo al liderazgo individual, o sea estamos regresando al siglo XIX, donde imperaba el personalismo en virtud de que no existían los partidos, esto es abrir una puerta al populismo, muy arraigado en América Latina, sea de derecha o de izquierda con todos sus inconvenientes, puede convertirse en la antesala de la dictadura.
La democracia no ha sido eficaz, por el contrario, ha caído en grandes escándalos de corrupción que la liquidan a diario, a veces, caemos en la plutocracia, hasta para ser un simple miembro de un comité de Cantón cobran por la inscripción, esto limita el derecho a ser electo, el tema del genero, no reglamentado y fanático puede constituir un peligro latente, las organizaciones de rellenos no son aconsejables, debe prevalecer en todo momento la capacidad, la idoneidad, la experiencia y los meritos de los representantes, sean hombres o mujeres, esto ha pasado a ulterior plano que explica la ineptitud posterior.
En otras latitudes, con causas y efectos ideológicos y raciales se ha incrementado la violencia, la violencia extrema, también conocida como el terrorismo, de derecha o de izquierda, lo ocurrido recientemente en Virginia, lo sucedido en Barcelona y lo que pasa todos los días en Venezuela, es una clara ofensa al sistema democrático y apunta a la dictadura sea de una extrema u otra, en el fondo las dos son muy similares pues ambas explotan al ser humano.
Barbas en remojo, los demócratas del mundo debemos apostar a la paz, a la justicia y a la democracia, en donde los ideales de libertad e igualdad en vez de ser simples expectativas, sean derechos consagrados.
Cada uno, desde nuestra propia trinchera debemos luchar por perfeccionar el sistema, que se gobierne con eficiencia y eficacia, que impere la justicia y se bajen los niveles de corrupción, la pobreza y el desempleo deben ser un recuerdo del ayer y no una realidad creciente, que la seguridad, el derecho al trabajo, a la salud, a la vivienda y el cumplimiento al menos de los servicios básicos sean el código permanente y que nos guie el desarrollo integral en justicia y libertad.
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