Errores y aciertos
Algunas personas, me han dicho, creer estar ante un Dios que manda castigos y dolores, pero no olvidemos que ha creado a sus hijos y nos ama, protege y espera, y nos invita a vivir limpiamente y a amarnos como hermanos, porque lo somos; también nos pide servir, hacer el bien y vivir unidos y en paz. Tampoco pensemos en un Dios lejano y desinteresado por la vida de los hombres. No existe. No nos dejemos llevar por la imaginación y la superficialidad ni entremos en contradicciones.
Corrijamos primero nuestros males, nacidos del descuido y las desviaciones, por falta de previsión política, de entrega y de generosidad. Veamos: no es posible tener un 20% de la población del país sumida en la pobreza. Tampoco lo culpemos por la existencia de abundantes tugurios con callejones estrechos e instalaciones eléctricas propensas al incendio.
Nuestra sociedad, desdichadamente cuenta con violaciones diarias, brutales feminicidios, asalto de furgones, delincuencia juvenil, asaltos a pequeños supermercados, robos de toda clase y guerras territoriales a muerte de narcotraficantes. ¿Dónde está la educación de las virtudes humanas para vivir en sociedad? Se dice que vivimos en un país de más maestros que soldados, mas la cosecha es muy poca.
Por fortuna, no de todas las 320 instituciones públicas puede decirse lo mismo. Algunas sobresalen por su labor preventiva. Es el caso del Ministerio de Salud y la Caja del Seguro. La lucha emprendida a causa del coronavirus ha colocado a Costa Rica como una de las naciones mejor organizadas del mundo. Desde este punto de vista y otros más, sobran las críticas al Gobierno. En consecuencia, cuando se pide obedecer, se debe obedecer.
Sigamos en el aislamiento social, las mascarillas y el lavado de manos. En cuanto al país, corrijamos desviaciones y descaminos. No tengamos miedo, vendrán tiempos mejores. Confiemos en los científicos, en el abnegado cuerpo médico y en los demás sacrificados funcionarios del equipo hospitalario. Dejemos de sumar errores. Luchemos.
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