El valor estratégico de la iniciativa privada
La iniciativa individual y la empresa privada son las que aprecian las necesidades y satisfacen las mismas en una sociedad, con provecho para quienes asumen los riesgos y desarrollan los esfuerzos para generar esas satisfacciones.
Construir una empresa es una tarea magna, un esfuerzo continuado muchas veces de varias generaciones, un modelo de ahorro personal e inversión empresarial que moldea la sociedad.
Los puntales sobre los que los emprendimientos se basan y se erigen claramente son los factores de destreza del empresario, de perseverancia en su esfuerzo, de su trabajo y de claridad en la detección de las necesidades a satisfacer, así como la transformación en el tiempo de las mismas.
La utilidad o provecho generado hará factible que el financiamiento de la empresa sea viable y que inversionistas estén dispuestos a aportar recursos. La capitalización que resulta crítica no es sencilla. Sin capital la empresa muere. El capital es la sangre de la empresa.
Crear una empresa, detectar necesidades a satisfacer, rodear la empresa del talento de colaboradores a todos los niveles y consumidores dispuestos a comprar y consumir es tarea compleja y lenta en su formación.
Construir una empresa es construir un equipo humano alrededor del objetivo propuesto, afinar e ir aumentando las destrezas de los trabajadores y esto resulta imperioso en momentos de rápidas transformaciones y de feroz competencia global.
La destrucción de una empresa consolidada es la destrucción de una vida, del esfuerzo colectivo de varias personas a lo largo de un período largo y traumático del nacimiento de la misma y de su consolidación económica y social.
El cierre y el aislamiento han hecho que los consumidores no compren, que las empresas no tengan ventas suficientes para pagar sus gastos y readaptarse a la coyuntura. Muchas de ellas están cerrando para siempre y sus angustiados trabajadores quedan sin trabajo, sin sustento y sin posibilidades reales de conseguir uno nuevo.
Muchos que han sido enemigos y detractores de la empresa y de la iniciativa privada celebran esta enorme debacle que estamos viviendo sin recordar que la caída de los ingresos fiscales significará la caída de los recursos básicos para cubrir salarios y pluses, pensiones de hacienda y anualidades.
Hay que proteger las fuentes de trabajo. Este cierre de empresas privadas llevará a la pérdida de empleos y cierre de servicios valiosos en el estado que no tendrá de dónde recaudar recursos para sufragar su costo de operación.
Estado es sinónimo de complementariedad y de subsidiaridad con la empresa privada. Empresa es consustancial con la existencia de deseables servicios del estado y de sus instituciones. Salvar unas es salvar otras, nunca lo olvidemos. A no aflojar. A no rendirnos.
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