Declaración conjunta de la Conferencia Episcopal de Costa Rica y la Federación Alianza Evangélica Costarricense
Nosotros, Obispos Católicos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, y Pastores y Ministerios evangélicos unidos en la Federación Alianza Evangélica Costarricense, luego de haber orado al Señor por la difícil situación que está viviendo el país, como consecuencia del deterioro económico de la mayoría del pueblo costarricense, el incremento del desempleo y los efectos causados por la pandemia del COVID-19, queremos manifestar a la opinión pública nuestra preocupación y nuestra posición con relación a la coyuntura nacional y a temas de gran importancia para nuestro país, fundado sobre principios cristianos, a saber:
1- Como cristianos vemos con profunda preocupación la situación de pobreza en que vive gran cantidad de familias costarricenses, situación que ya era muy seria desde hace muchos años, pero que se ha agravado aún más en los últimos meses por el incremento del desempleo y de los problemas sanitarios que ha sufrido el país producto de la pandemia del COVID-19. La pobreza y la desigualdad social y económica, presentes en nuestro país, no sólo se mantienen, sino que también se han incrementado, creando enormes distancias entre la población que vive en zonas urbanas y las de zonas rurales, lo cual se evidencia en diferencias notorias en la calidad de vida, en el acceso a los servicios públicos de salud, en los rezagos en materia educativa y tecnológica, entre otros. Ante este panorama, la indiferencia y la indolencia no son características que pueden caracterizar a los cristianos, por lo que reiteramos nuestro compromiso de trabajar unidos para enfrentar y cambiar esta realidad, al lado de las autoridades públicas, locales y nacionales.
2- La crisis actual que enfrenta nuestro país y los desafíos que tenemos por delante se manifiestan en varios frentes: el sanitario, el fiscal, el económico, el social y el ético. En el ámbito sanitario, nuestras autoridades y personal de la salud están realizando enormes esfuerzos para lograr atenuar los efectos de la pandemia y que éstos sean los menos severos posibles y, sobre todo, que la infraestructura médica, los servicios de salud y las camas en los hospitales y en las unidades de cuidados intensivos no colapsen. En lo fiscal, entendemos que el país debe de aplicar medidas urgentes y extraordinarias para reducir el desbalance que existe entre los gastos y los ingresos que han creado un déficit indeseable. No obstante, ante esta difícil situación y la necesidad urgente de medidas, no debemos seguir afectando a los sectores más desfavorecidos, a los hogares que sufren mayor pobreza y vulnerabilidad. Debemos procurar un mayor diálogo que haga
posible la aprobación de medidas transitorias y permanentes que no signifiquen agregar mayor sufrimiento a las familias de menos ingresos y recursos, sino buscando una mayor contribución de quienes tienen más riqueza y han padecido menos en esta crisis económica y sanitaria. En lo económico, se debe trabajar decididamente en una ruta clara y precisa de reactivación económica, que permita generar más empleo, inversión en proyectos de infraestructura y condiciones favorables que posibiliten adquirir ventajas para el momento en que se retorne a la “normalidad”. A nivel social, debemos continuar trabajando por apoyar a las familias más vulnerables y que han sufrido de manera sostenida, desde antes de la pandemia, los procesos de empobrecimiento y desigualdad, de exclusión y desventaja, ya sea por vivir en zonas rurales, por pertenecer a hogares monoparentales, disfuncionales o sin empleo. Por eso, a nivel ético, debemos aspirar a una sociedad más solidaria, menos desigual, de mayores oportunidades, en donde los sectores de mayor riqueza contribuyan más y le permitan a los más desfavorecidos recuperar sus trabajos y obtener más oportunidades para mejorar sus condiciones de vida.
3- Conscientes de la importancia del momento que enfrenta nuestro país y el mundo, los cristianos nos comprometemos a contribuir para que prevalezca el diálogo provechoso sobre la confrontación estéril, la unión sobre la división, el acuerdo sobre el conflicto. Éstos son tiempos difíciles y se requiere de liderazgos visionarios, sabios, prudentes y prácticos, que estén fundamentados en principios y valores que hagan sobreponer los intereses del bien común sobre los intereses particulares. El país necesita unirse alrededor de una agenda común, construida sobre la base de lo que nos une, y no sobre aspectos que nos divide y confronta. Costa Rica ha demostrado en otros momentos claves de su historia que es posible superar las diferencias cuando existen intereses superiores que hagan prevalecer el diálogo, el respeto y la buena fe. Hoy es uno de esos momentos históricos. En los umbrales de la celebración del bicentenario de nuestra independencia debemos hacer prevalecer la unidad nacional para la superación de esta crisis.
4- Consideramos necesario que los distintos sectores no sólo se manifiesten, sino que sean tomados en cuenta a la hora de construir esta agenda de prioridades fundamentales que nos permita encontrar acuerdos esenciales en lo fiscal, económico, social y ético. Le ofrecemos al Gobierno de la República nuestra disposición y nuestro aporte para que elabore una propuesta viable que incorpore estos aspectos, y convoque a distintos sectores, sindical, empresarial, la academia, distintos gremios y agrupaciones sociales y políticas, para que hagan posible un conjunto de medidas transitorias y permanentes, posibilitadas por un genuino interés de unidad nacional.
Le rogamos a Dios por el mayor éxito que el Gobierno pueda tener para poder convocar a los distintos sectores para un verdadero diálogo nacional y la adopción de medidas concretas y urgentes que el momento crítico que vive el país demanda.
Firmamos en San José a los 8 días del mes de octubre de 2020.
Mons. José Manuel Garita Herrera Presidente Conferencia de Episcopal Costa Rica
Pastor Rigoberto Vega Alvarado Presidente Federación Alianza Evangélica Costarricense.
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