Defendamos honradez y democracia

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Defendamos honradez y democracia
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Cuando un ciudadano observa el ambiente socio-político existente nota, entre otros, un faltante a fortalecer: la honradez, ahora escondida en la llamada posverdad. O sea, una verdad oculta en el engaño, el disfraz o la mentira. No hay nada mayor a la verdad. No se trata de enumerar males, sino de rescatar cuanto se ha perdido. Tampoco se trata de señalar personas para achacarles males nacionales, sino, de hacer un análisis y de combatir o defender ideas, no personas. Los costarricenses somos muy amigos de criticar en sentido negativo y no de aportar soluciones. Esta mala costumbre debemos desecharla, porque impide hacer patria y quedarse alrededor de simples comentarios.

En el horizonte aparece una palabra, a veces borrosa, a veces inusual: honradez. Desgraciadamente, no abunda. En el mundo prima una palabra muy distinta: negocio. Constantemente se hacen negocios, y esto está muy bien, salvo cuando se excluye la honradez. Esta conforma el mayor capital humano, el capaz de hacer prosperar el negocio. Es un capital invisible, pero amigo de la paz. La honradez no origina odios ni rencores. Al contrario, fomenta la amistad, sobre todo con los subalternos, quienes tratados con respeto y cariño son parte del negocio.  Impresa esta palabra en las relaciones personales y sociales, políticas y económicas, mejora la convivencia y fomenta la vida ciudadana.

Al respecto, proceden unas preguntas para todos los oyentes: ¿Practicamos la honradez?, ¿amamos la democracia?, ¿somos conscientes de vivir en ella?, ¿la defendemos con el voto?, ¿la valoramos como lo que es, el patrimonio inmaterial del país?.

Si tomamos el período de las últimas nueve administraciones, cada una atestigua el respeto absoluto al sistema democrático vigente. Esta práctica confirma la prevalencia de la libertad republicana, debida al sufragio, al voto, consagrado en el artículo 93 de la Constitución Política, y gracias también a las campañas organizativas del Tribunal Supremo de Elecciones. No en vano Costa Rica posee la segunda democracia de América

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