Emergencia y urgencia nacional

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Emergencia y urgencia nacional
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Recuerdos no muy lejanos, donde la abuela y el abuelo, con sus bufandas al cuello, se balanceaban en sillas mecedoras, ubicadas en el corredor de la casa, ambos contemplan la tarde gris y lluviosa del temporal que, durante casi una semana, no permitía que el sol brillara.  Ellos cuentan historias y como fieles testigos sus hijos ante los  nietos, al son arrullador golpeteo de las gotas de agua sobre el tejado, gotas que se fundían en los sembradíos que lejos de causar estragos, producían bienestar y progreso.

Historias nostálgicas, impotentes y preocupantes, de cuando los ríos del valle central y el resto del país poseían aguas cristalinas llenas de vida, causes abiertos,  libres de basura y químicos contaminantes, donde el caudal corría alegre, sin poner en riesgo los poblados.  Sus márgenes remansos saludables, verdes y floridos,  finas arenas y fáciles accesos, abrían los brazos y esplendor a las familias en esas mañanas de verano para disfrutar del paseo dominical y un almuerzo al aire libre, en comunión con el mágico regalo de la madre naturaleza, que refleja la bondad de Dios.

La cuidad capital que desde hace más de cincuenta años ya es pequeña, con sus calles angostas y desagües de la época, cuyo único cambio de esos días a la fecha, ha sido la ampliación del paseo Colón y la avenida segunda.  Hoy día estoicamente se ve forzada a soportar un crecimiento desmesurado y exponencial de los habitantes, del tráfico vehicular y la basura, que da como resultado el caos vial, la contaminación y las inundaciones, con sólo un aguacero de regular intensidad.  Lamentablemente por ese mismo camino deambulan el resto de las provincias de nuestra amada Costa Rica.

Orgullosamente como ticos alcanzamos grandes logros en diferentes campos, como las garantías sociales, la educación, la salud y el sistema democrático entre muchos otros.; Más, ¿qué excusa podemos anteponer ante las futuras generaciones en legarles el río más contaminado de Centro América, el río Tárcoles? ¿Qué excusa podemos anteponer ante la falta de planificación y voluntad, por heredar a las nuevas generaciones un crecimiento moderno en  agricultura, industria y urbanismo, amigable con el medio ambiente y sostenible? ¿Qué excusa podemos anteponer ante nosotros mismos, si no somos partícipes de ese cambio urgente de actitud y aptitud en pro de la conservación de los recursos, el medio ambiente y el progreso armónico individual y colectivo?

Hoy Costa Rica se duele por las irremplazables pérdidas humanas, pérdidas en infraestructura, pérdidas valiosísimas en agricultura y muchas otras fuentes de  riqueza. Hoy es un nuevo día, donde la solidaridad, la valentía y la nobleza del costarricense esta una vez más a prueba, no está de más ver al pasado y  hacer hoy, lo que no se hizo ayer y permitir un futuro mejor, es una misión de todos y todas.

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