Los programas de gobierno y las promesas de campaña
Recién iniciamos la maratónica carrera hacia las elecciones del primer domingo de febrero de 2022, afloran por doquier precandidatos de los diferentes partidos y los costarricenses una vez más al igual que cada cuatro años empezamos a escuchar atentos las múltiples promesas de campaña, mismas que eventualmente se plasmarán en los programas de gobierno de los diferentes candidatos.
Esos programas de gobierno que conoceremos a detalle en los periodos establecidos para la campaña política, llevarán como ha sido la historia promesas y propuestas que generarán a los costarricenses expectativas cargadas de esperanza e ilusión al ver reflejados en éstas solución y alivio a su situación particular derivadas de las mejoras prometidas para el país en general.
Un plan de gobierno debe partir de un diagnóstico y una visión de desarrollo con los objetivos claros, estrategias, acciones y prioridades concretas integradas coherentemente, con enfoques de territorialidad, género, igualdad de oportunidades, identidad y cultura que proporcionen propuestas de solución al conjunto de problemas por los que atraviesa actualmente nuestro país, debe ser la guía o el plan de vuelo y de apoyo para un nuevo gobierno.
Nunca como ahora los diferentes candidatos disponen de este diagnóstico , y gracias a la tecnología con datos reales, actualizados además de cifras históricas, basta con dar una mirada a los diversos estudios realizados por el Programa del Estado de la Nación, el INEC, las Universidades, el BID y la OCDE entre otros para dar por sentado el diagnóstico de la situación actual del país, donde abordar la desigualdad y la falta de oportunidades deben ser el eje de las propuestas en los programas de Gobierno.
Los niveles pobreza no alcanzados desde hace décadas, tasas históricas de desempleo, cada vez, más personas en la informalidad, mujeres y jóvenes sin trabajo digno, todos esos estudios señalan, claramente la ruta, necesaria y la urgencia de cada acción. Por lo tanto, las promesas de campaña que deberíamos empezar a escuchar, en adelante, se deben centrar en el cómo y en el cuándo se van a realizar esas acciones que el país requiere, necesita y esto es lo que hará la diferencia.
Lo anterior, aunado a un compromiso real de cumplir lo ofrecido mediante un proceso sistemático, público y transparente, ya que, lastimosamente en la práctica los programas de gobierno, una vez concluido el proceso electoral, no obligan al partido y candidato ganador al cumplimiento de lo ofrecido; de igual manera, a nivel de la población no se ha desarrollado una cultura que exija el control de rendición de cuentas, que le devuelva a los electores paulatinamente la credibilidad en las promesas de campaña.
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