Solidarismo: Poderosa práctica social y económica
Hace 70 años nació el más grande e importante movimiento social costarricense, que constituye, además, el legado de pensamiento humanista y económico más sobresaliente que el país ofrece al mundo: el Solidarismo. Sea este el motivo para transmitir a los trabajadores y a los empresarios solidaristas una sincera y alegre felicitación.
Cuenta el fundador del movimiento solidarista, don Alberto Martén Chavarría, que en el año 1947 inició conversaciones con trabajadores, empresarios y políticos destinadas a convertir en realidad su idea de ejecutar un Plan para “unir a la clase trabajadora y a la clase empresarial” fomentando la prosperidad de todos.
No es casual, que en la década de la reforma social, cuando se promulgó el Código de Trabajo, se crearon las Garantías Sociales y se eliminó el ejército como institución permanente, también surgiera la propuesta solidarista. El Solidarismo pertenece a la gran transformación que experimenta el país en los años cuarenta, y desde entonces acompaña el peregrinar histórico de Costa Rica.
En este día de conmemoración y de celebración, solidaristas, es necesario reflexionar sobre el papel de este movimiento en la sociedad costarricense actual. El país atraviesa momentos complejos y difíciles. Me permito sugerir que el Solidarismo se convierta en un referente nacional de ideas, propuestas y experiencias constructivas. La hoja de ruta de la evolución costarricense necesita de las prácticas solidaristas y del enfoque solidarista, y es por esto fundamental que desde el Solidarismo se ofrezca una visión estratégica de desarrollo nacional que enriquezca la visión compartida por los costarricenses.
Al Solidarismo le ha llegado la hora de ser un referente nacional. Su legado se multiplica cada día, y de una idea transformadora de cohesión social, y de un método de capitalización y ahorro de trabajadores y empresarios, es hoy una fuente insustituible de visión estratégica para el desarrollo del país.
Costarricenses: sumemos fuerzas, convirtámonos todos en solidaristas, que nuestras acciones, nuestros ideales y nuestra vida se inspiren en el principio de la unidad en la diversidad, de la concordia en las diferencias. Comprometámonos, sin importar banderías políticas, ideológicas o de otra índole, con la creación de riqueza, con su justa distribución y con una vida buena y feliz.
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