Tiempo de pensar y valorar decisiones
Los Gobiernos no pueden ni deben olvidarse de la economía del país y del manejo ordenado y prudente de las finanzas públicas, como lamentablemente ha ocurrido durante las últimas administraciones. Si bien, cuando en algunas oportunidades hablamos de las dificultades que presenta el más adecuado resguardo de los bienes públicos, puede ser aceptable el uso del aforismo: «lo que es de todos no es de nadie» ya que en aquella percepción radica buena parte del problema de aquellos, sin embargo, no ocurre lo mismo cuando nos referimos a las finanzas públicas, es decir, al correcto manejo, gasto e inversión de los dineros que desde el sector privado los costarricenses sacamos de nuestro bolsillo todos los días para entregárselo al Estado a título de impuestos, tasas, cánones u otros tipos de contribuciones especiales que se nos obliga pagar.
Esas contribuciones en dineros tienen nombre propio, apellido, y miles diversas historias de necesidades y angustias, personales, familiares y empresariales. Ese dinero, «si es de alguien!», y solo pasa a ser público para su más correcta, sana y debida utilización, no para glorificar vanidades y jamás, para justificar excesos.
La Cámara Nacional de Radiodifusión, CANARA, comprende perfectamente que el estado ruinoso al que fue llevada la mala administración de las finanzas públicas y la acelerada pérdida de credibilidad de nuestro país en los mercados internacionales, nos impusieron llegar a un acuerdo «salvavidas» con el Fondo Monetario Internacional.
Lo aceptamos como tal, conscientes de que el país debe hacer importantes esfuerzos para intentar recuperar al menos parte del terreno perdido. Lo que CANARA no acepta, es que ese esfuerzo se quiera hacer descansar sobre las espaldas del sector productivo costarricense, porque solo de la mano de aquél podremos salir adelante, y la agenda legislativa comprometida por el actual Gobierno, de ser aprobada, resultará lapidaria y sepultará cualquier posibilidad para la recuperación nacional en un plazo razonable.
Del sector privado depende la única fuente de ingresos de la inmensa mayoría de trabajadores de este país y ha debido «hacer de tripas chorizo» para enfrentar, no solo los efectos económicos de la pandemia sanitaria, sino que desde mucho tiempo antes de su llegada, las pésimas decisiones de política pública y el desperdicio de dineros de una Administración que solo puede pensar en pedir cada día un mayor sacrificio, y no en hacer Gobierno de Estado.
Si bien un Gobierno y la sociedad en general no deben desentenderse de las necesidades de las personas, especialmente de aquella en condiciones de mayor vulnerabilidad, es absurdo pensar que «igualando en pobreza» lograremos salir del embrollo en el que nos metieron.
CANARA se opone a la agenda de creación de nuevos impuestos así como al incremento de los existentes y se permite recordarle al Gobierno, a manera de esbozo de la realidad histórica, que la fiscalidad excesiva e injustificada, ha terminado en múltiples oportunidades por ser el disparador final de grandes convulsiones sociales y de enfrentamientos que no deseamos ver en este país.
Excesivo intervencionismo del Estado en la vida de las personas; gasto público desbordado y sin efectos reales plausibles sobe el bienestar de quienes conformamos la sociedad; explotación fiscal de las clases que dinamizan la economía de un país; desconexión entre los valores que conforman la nacionalidad y los que se promueven desde las esferas del poder; debilitamiento de las estructuras de participación política organizada; pérdida del interés social por participar en la vida política de la nación, que no es lo mismo que muchos aspirantes a jefear.
Como hace 200 años en nuestro país, en el resto de la América hispana y previamente en Norteamérica, en Europa y en el resto del mundo, los impuestos excesivos fueron detonante de transformaciones que revolucionaron la realidad de las naciones, no hagamos que en el año en que hemos comenzado a celebrar el bicentenario de la independencia que se alcanzará el 15 de setiembre del 2022, debamos reiniciar un camino que en sus inicios fue, y es siempre incierto, pesado, e inseguro, aunque luego se convirtiese en fructífero, y enorgullecedor.
En estas fechas, en que los costarricenses estamos llamados a elegir las nuevas autoridades de Gobierno que nos representarán los próximos cuatro años, es oportuno recordar que las promesas vacías de Cambio, de mayor Justicia Social, de Equidad y de Ética en el ejercicio de la función pública, no son más que palabras al viento si no vienen acompañadas de orden y de disciplina.
El próximo Gobierno enfrentará un escenario terrible. Dios ilumine a quienes resulten favorecidos por la decisión democrática y los aleje de la solución fácil, que no requiere mayor inteligencia, de estrujar vía impuestos, a una sociedad que, por el contrario, lo que necesita son incentivos y muchas y mayores oportunidades.
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