Aires de cambio
Los costarricenses acudiremos a las urnas, sabemos que la voluntad del soberano se verá reflejada a la hora del recuento de los votos, no obstante; el sistema electoral es perfectible, de ahí el anhelo de la nueva presidenta Eugenia María Zamora Chavarría, de revisar aspectos claves, como la deuda política adelantada, señalado por observadores extranjeros, un tema crucial, parte del entorno en los comicios.
En las condiciones actuales, los banqueros deciden el otorgamiento de préstamos a las agrupaciones políticas, estas sufragan los gastos, luego, facturas en mano, dependiendo del favor de los electores, se resarcen de lo erogado y pagan los adeudos.
Luis Antonio Sobrado González fue, durante varios lustros, la cara visible del Tribunal Supremo de Elecciones, en virtud de la postulación de su cuñada a un cargo de vicepresidenta en una de las papeletas, dio el paso al costado, algo reconocido por tirios y troyanos, esto le abrió paso, por primera vez en la historia a una mujer, quien ahora dirige esta organización nacida para garantizar la pureza del sufragio.
En estos comicios en virtud de la premura del tiempo no se pueden implementar cambios estructurales, a futuro, es impostergable hendir el bisturí al tema de la deuda política adelantada, es imperativo nivelarle el piso a los participantes, ahora algunos tienen financiamiento oportuno, los más, semejan parias, en procura de espacios regalados en los medios de comunicación, esto resulta a todas luces inequitativo, dolorosamente debo decirlo, antidemocrático.
Perpetuarse en los cargos, si bien es cierto añade experiencia, a la larga sume a las organizaciones en una suerte de conformismo, modorra, hasta corrupción como en algunas alcaldías, de ahí la conveniencia señalada por algunos, de rotar las altas jerarquías para propiciar nuevos aires en las estructuras, algo propio de la empresa privada, pero casi impensado en poderes de la república como el judicial o el Tribunal Supremo de Elecciones, donde los puestos prácticamente se tornan vitalicios.
Se dice, los japoneses gustan consumir pescado fresco, no obstante; sus mares cercanos han sido sobreexplotados, deben hacerse mar adentro, los consumidores notan lo añejo de los peces congelados, aún trasladados vivos se movían poco, variaba el sabor ante el paladar de los exigentes consumidores, idearon introducir tiburones vivos en los tanques, los animales deben moverse para no ser engullidos por los escualos, así llegan frescos a los mercados.
De vez en cuando hace falta un aguijón en el lomo de los jerarcas, moverlos de la zona de confort; indistintamente del resultado de los comicios, pareciera que una dama, con sobrados pergaminos, tiene la intención de introducir un tiburón en la casi inamovible pecera del Tribunal Supremo de Elecciones.
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