El indígena del hoyo
Los medios de comunicación han dado cuenta de la muerte del llamado “Indígena del Hoyo”, un hombre que se mantuvo alejado del mundo moderno hasta el fin de sus días.
Durante décadas, en las que su territorio fue atacado y en las que mataron a sus amigos y familiares, este sujeto se resistió a cualquier intento de contacto por parte de personas ajenas a su mundo, y puso trampas y atacó con flechas a quien fuera que se le aproximase. Se ubicaba en el estado brasileño de Rondionia, muy cerca de la frontera con Bolivia.
A pesar de los intentos de las autoridades brasileñas fue imposible comunicarse con el indígena del hoyo, nadie supo qué lenguaje hablaba, ni el nombre de su tribu, ni siquiera su nombre.
Vivió principalmente de la caza y recolección y mudándose con frecuencia, y en cada lugar donde vivió dejó un profundo agujero que aún se desconoce su propósito, pero que dio origen a su apodo.
Originalmente se creía que estos agujeros se usaban para atrapar animales o en los que podía esconderse, pero algunos observadores también han especulado que podrían haber tenido un significado espiritual. Los agujeros eran angostos y tenían más de 1.8 metros de profundidad.
Otras investigaciones han encontrado hoyos similares en asentamientos indígenas de esa región, las cuales fueron devastados hace décadas por los mal llamados “colonizadores brasileños”.
El 24 de agosto el indígena misterioso fue encontrado muerto en su hamaca su cuerpo estaba adornado con plumas de guacamayo, como si esto fuera parte de un ritual antes de que llegara su muerte.
Las investigaciones preliminares indican que su muerte había ocurrido en julio y que tenía unos 60 años de edad.
El cuerpo fue trasladado para la autopsia, en un intento de establecer en el mismo lugar donde vivió y murió, tranquilo, sin molestar a nadie y fiel a su naturaleza y estilo de vida.
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