Cuidemos la salud física, la salud mental y el valor del sentimiento
Hay esperanza de lograr la salud física, la mental y el valor del sentimiento. Este último casi lo hemos perdido de tanto meter la razón en todo. Quizá por eso ha imperado la depresión y el desánimo, el indiferentismo y el exceso de independencia o deseos de vivir sólo, como si la soledad fuese la mayor compañera.
Hemos olvidado que todos, de un modo o de otro, nos necesitamos. Al respecto, también olvidamos que somos seres creados. Por tanto, asimismo somos hermanos. A causa de las precedentes palabras, el mundo se ha vuelto indiferente y cruel, algunos fomentan una cultura de muerte. Tendemos a creer que estas voces exaltadas, en el mundo, son indicativas de triunfo, de poder, de autoridad, de éxito y prestigio. No percibimos o concebimos que esto es un error.
Abramos los ojos y seamos conscientes que hemos caído en sus garras. Nuestro deber es despertar de este sueño y lanzarse a conquistar una mejor vida, más concreta, positiva y manejable. Si persistimos nos espera el triunfo, la alegría y la felicidad. Luchemos contra la infelicidad. No hemos nacido para nacer víctimas de la misma.
En todas sus numerosas expresiones no nos dejemos llevar por sus falsos encantos. Rectifiquemos. Hemos nacido para ser felices; no somos hijos del tormento para caer en el abismo. Solo tengamos presente que el mundo no salió de la nada, sino que fue hecho para nosotros. No nos extrañemos de su grandeza: últimamente la NASA ha descubierto una estrella, que pesa 25 veces más que el sol. Es absurdo negar su origen sobrenatural o divino. Esto no se pudo haber creado sólo. Ya nos dirá el Creador, cuando estemos en su presencia por qué y para qué lo hizo el Universo.
Algunos que se creen sabios, no creen en un ser Superior y hablan de un mundo que apenas comienza. Las suyas son simples palabras. A nosotros los creyentes se nos ha revelado la existencia de un Todopoderoso. Por tanto, no les creamos a esos señores grandilocuentes.
Es muy positivo declararse partidario de velar por la salud física, mental, sentimental y espiritual. Dejemos de preocuparnos tanto por simples preceptos humanos, tan de moda en estos tiempos.
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