Libertaria sensibilidad masculina
El pasado 19 de noviembre se celebró el Día del Hombre, fecha que debe ser de especial interés porque, en estos cambiantes tiempos, es básico deconstruir el estereotipo masculino-machista para dar paso a una nueva masculinidad; es decir, donde los hombres puedan libremente expresar sus emociones; llorar sin ser señalados; abrazar y besar a sus hijos sin ser juzgados; aceptar que son vulnerables; atreverse a pedir ayuda y apoyo; participar de un modo más cercano y completo en la crianza de los hijos; ser parte activa de las responsabilidades del hogar más allá del aspecto económico o emplear métodos no violentos para resolver los conflictos.
En este sentido qué conveniente sería que se aproveche este Día del Hombre para que se tome un poco de tiempo para reflexionar qué tipo de padre, hermano, hijo, compañero, humano, se está siendo; qué masculinidad es la que se está poniendo en práctica y, para quienes son padres, es una buena razón de reflexión para determinar qué tan cercanos y amorosos son con sus hijos.
Recordemos que padre no es quien engendra, padre es quien guía, acompaña, motiva, respeta, dignifica y ama a sus hijos; quien posee una responsabilidad moral, espiritual, intelectual y social para con ellos; es, sencillamente, emprender, responsablemente, la labor de cultivar en el corazón de sus hijos la semilla de un amor constante mediante una libertaria sensibilidad masculina.
Ahora bien, se debe tener claro que el hecho de que las mujeres sean cada vez más proactivas, no significa que quieran o deban prescindir de la energía, sensibilidad e inteligencia masculina; en este siglo se necesita, en definitiva, apostar por una mayor calidad de vida tanto para mujeres como para hombres.
Sin embargo, el influjo de la cultura patriarcal que es alimentado a diario en la casa, la escuela, el ámbito laboral o por algunos medios de comunicación, constituye la principal barrera para alcanzar esta “sensibilidad masculina”, de ahí que se requiera de un verdadero salto ideológico en la percepción de la virilidad para ascender a una nueva y sana comprensión de las relaciones interpersonales. Ello exige que, de una forma más madura, que los hombres se enfoquen a una mayor reflexión sobre lo que, actualmente, constituyen los valores sobre los cuales realmente se asienta el “ser hombre”.
Definitivamente es hora de apostar por un nuevo modelo de masculinidad, basado en la igualdad, la justicia, el respeto, la sensibilidad y la solidaridad, con la convicción de que la consolidación de personas sanas mediante, precisamente, la construcción de personas responsables y entregados, no serán posibles sin la deconstrucción de la jerarquía patriarcal de orden autoritario y la implementación de una patente y dignificante sensibilidad masculina.
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