La casa dividida
Una casa dividida no subsiste o no permanece; nos dice el Evangelio. Y, si aún esa casa dividida sobrevive, diría que se vuelve más que compleja su convivencia y muy incierto sería su futuro.
Así vemos a Costa Rica, no hoy, sino desde hace varios años, cuando la polarización tomó casi todos los temas de interés y cuando la descalificación se volvió costumbre, en lugar del diálogo sereno y serio como lo hemos venido advirtiendo. Construir paredes o lanzar piedras ha ganado terreno por sobre la construcción de puentes, lamentablemente.
Parece que la división no preocupa. No es que todos tenemos que pensar igual, pero al menos deberíamos tener claridad de procurar el bien del país, y esa claridad parece que tampoco persiste. Grupos de influencia de poder económico deben estar al servicio de los demás. El poder político es para ejercerlo en favor de los gobernados. Todos… debemos trabajar por mejorar.
La búsqueda del bien común da la sensación que ha quedado en los libros de historia, pues vemos muchas luchas partidistas y ataques a quien está al frente por cualquier acción que haga. El clima de confrontación está a la orden del día e incluso los mismos medios de comunicación favorecen estos escenarios. Ni qué decir de la propagación de noticias falsas que mucho afectan a nuestra nación.
De igual modo, pareciera que en Costa Rica nunca se termina el clima de campaña electoral; vemos revanchismos, actitudes no tendientes al diálogo, y menos pensar en soluciones país a largo plazo; por el contrario, se incentiva el señalamiento, las culpabilidades, la desconfianza…
La ruta del país debemos marcarla entre todos; no puede depender del resultado electoral. En menos de un año habrá elecciones municipales y ya se sienten esos aires de lucha por alcanzar puestos públicos en las comunidades. Necesitamos una visión de sociedad más allá de una pretensión de un cargo.
Cuando vemos interés en diferentes funcionarios y exfuncionarios públicos, en expresidentes de la República y en presidentes de los supremos poderes en temas como la seguridad ciudadana, nos alienta pensar que el bienestar país está por encima de cualquier visión. Sin embargo, no debemos llegar a situaciones de emergencia como las que vivimos en este ámbito para tomar acciones.
Del mismo modo, la desigualdad y pobreza, la escasez de vivienda, la infraestructura de nuestras carreteras, debe movernos a todos, pero especialmente a quienes nos gobiernan para encontrar soluciones.
Pidamos a Dios que nos ilumine para fortalecer a nuestra Patria y que impere el bienestar integral de todos.
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