Gobernar es tarea de equipo
Gobernar nunca ha sido tarea sencilla. Quien se atreva a opinar lo contrario, especialmente si aspira a resultar electo en la Presidencia de la República, lo hace bajo alguna de estas dos premisas: ignorancia y buena fe que al poco tiempo después de ser electo le llevarán a reconocer que “no es lo mismo verla venir, que bailar con ella”, con terribles consecuencias para el país; o bien, un manipulador engaño para hacerse del poder a cualquier costo, a sabiendas de que asume el poder como un fin en sí mismo y no como un vehículo para el impulso de importantes cambios sociales, con consecuencias aún más nefastas para el país.
Gobernar no es tarea para oportunistas, demagogos y populistas con ínfulas de grandeza. Tampoco lo es para improvisados, irresponsables y ocurrentes. Basta con ver varios ejemplos para darnos cuenta de los resultados de apostarle a “falsos profetas” sin preparación para asumir las riendas de un Estado.
La política y especialmente la laboriosa tarea de gobernar, es el arte de hacer posible lo que parece imposible, ciencia de diálogo y voluntades, vocación de personas nobles y con espíritu de servicio.
Gobernar, nunca será una tarea en solitario. Se trata de un esfuerzo conjunto de un equipo colegiado. Idealmente, su conformación debe tener como norte convertir las adversidades en motivaciones al tiempo de profesionalizar la política reconociendo la experiencia y la preparación, sin cerrar espacio a los nuevos liderazgos.
Así, la ciudadanía debe estar alerta a quien se presente ante ella sin equipo de trabajo o con un equipo de improvisados inexpertos. Gobernar no es un campo para llegar a aprender o a experimentar. Cada segundo cuenta y cada decisión que se toma o se deja de tomar, representa una oportunidad para avanzar o no en alcanzar las grandes metas nacionales.
Pero además, hoy más que nunca está en juego no solo el desarrollo del país y la eficiencia en la toma de decisiones importantes. Hoy está en riesgo la institucionalidad misma, como ha quedado claro ante los exabruptos de uno de los candidatos.
El grado de responsabilidad y madurez ciudadana se verá reflejado en febrero. Nos corresponde como ciudadanos analizar la historia de los partidos políticos, sus logros, sus candidatos, equipos de trabajo y propuestas y no apostarle a vendedores de humo, resentidos ocurrentes, inexpertos o quienes pretenden dar continuidad al desastre que ha sido el Gobierno actual.
La decisión, como corresponde a una democracia fuerte y consolidada como la nuestra, la debemos materializar en las urnas. Las consecuencias de dicha decisión, trascenderán los próximos cuatro años.
Los comentarios están cerrados.