No elijamos tontos ni mucho menos a charlatanes o rufianes
Muchos costarricenses han votado por gente que les endulza los oídos con promesas irreales y hasta legalmente inviables, quizás estas elecciones sea la última oportunidad como país, para frenar el embate de personas que aspiran al poder para su propio beneficio y no el del país. Por tanto, debemos de ser pensadores críticos y votar con la razón, no con el hígado ni el corazón.
Este comentarista tuvo la oportunidad recientemente de conversar con un expatriado venezolano. Todo comenzó cuando el vendedor venezolano se me acercó para vender un producto médico y mientras el vendedor me mostraba el aparato, se dio una empatía y él comenzó a contar la triste historia de su partida de Venezuela. Con lágrimas en los ojos y una foto de su madre e hijos, habló de cómo tuvo que salir, que extraña ver a su familia, gana salario mínimo, vive en el barrio más peligroso de la ciudad y, de lo poco que gana, envía una parte para su familia en Venezuela.
Reproducimos las palabras de ese venezolano con su permiso; algo que impactó de su historia fue el tema del desinterés de muchos venezolanos sobre la situación de su país: Venezuela está así de mal porque al venezolano promedio no le importa, eso sí, cuando es a él al que le afecta y no al vecino, entonces pide ayuda. Para que un déspota, tirano, maleducado y falto de modales y urbanidad llegara a ser líder de Venezuela, se ocupó mucho más que el voto de ciertos simpatizantes; lo que realmente definió la situación en nuestro país, fue la abstención de las personas.
Existe en Costa Rica un dicho de muy mal gusto: “El que se mete de redentor, muere crucificado”. Este refrán popular es malvado, pues quienes somos patriotas y solidarios sabemos que tenemos que cuidarnos a nosotros mismos, a nuestras familias, pero también al vecino, al anciano, al niño, a la mujer abandonada, a las personas de la calle, porque la hermandad de seres humanos nos lo exige actuar así, más allá de cualquier dogma o creencia religiosa, y ello implica alzar la voz contra la corrupción y el populismo.
Si no queremos terminar como Venezuela debemos de pensar de forma crítica, no dejándonos llevar por cantos de sirena, debemos aprender en cabeza ajena, debemos aprender del pueblo venezolano.
Debemos acudir a las urnas el primer domingo de febrero a votar pero sobre todo, votar de forma consciente y responsable, para así elegir a gobernantes que realmente quieran hacer algo por el país. En palabras, de Gandhi, “Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados”.
Por el bien de Costa Rica, por el nuestro, el de nuestras familias, no dejemos de ir avotar y votemos por personas inteligentes y verdaderamente comprometidas con el bienestr de Costa Rica; no votemos tontos, ni mucho menos por charlatanes o rufianes.
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