Días brillantes y grises, parte de la vida
No siempre el cielo lucirá alegre, azul y brillante, con sus nubecillas blancas, coloridos, vibrantes y esplendorosos atardeceres. No siempre la vida será un perenne, cálido y soleado verano, como tampoco lo será un gris, lluvioso, frio y eterno invierno.
Días claros y brillantes, días fríos y oscuros, de igual manera se presenta la vida, con su mosaico de contrastantes, diversos he inesperados instantes; vida que a la humanidad toma de la mano y conduce por todos aquellos altos, bajos y diferentes senderos, cuyos destinos, solamente el libre albedrio de cada persona elegirá.
Sí, senderos algunos cubiertos de rosas, para admirarlas, olerlas, abrasarlas y valorarlas, con el pleno conocimiento de que algún día se marchitarán, y serán parte de un pasado que no volverá, de ellas sólo quedará el agradable, hermoso y reconfortante aroma del recuerdo.
Otros senderos lo serán enmarañados, sembrados de espinas, espinas que causarán dolor y angustia en el alma, punzarán y sangrarán el corazón y dejarán heridas que, al paso del tiempo sanarán, no sin antes dejar la huella indeleble de un caminar por los senderos empinados, escabrosos y sombríos.
Similar a lo anterior ha sido, es y será la vida, así es la vida, cada día una enseñanza para quien quiera aprender, cada día es único con sus propios afanes, cada día es necesario vivirlo con amor, ilusión, esperanza, fe y pasión, cada día de vida es un invaluable tesoro que Dios entrega a la humanidad.
Aceptar la vida tal cual es; es tener la adecuada humildad, acertada visión y sabiduría, de aceptar y entender que, las nubes grises son parte del día a día, así como los días brillantes y despejados también lo son, bajo esta primicia la convivencia en armonía y paz entre la naturaleza, la humanidad y Dios se posible.
Hoy pareciera que en Costa Rica los días grises se extienden, producto de los mezquinos intereses creados, lucha de poderes y una pésima comunicación entre los diferentes sectores políticos y sociales; cada grupo de poder vela por sus intocables privilegios y hacen caso omiso a las urgentes necesidades del país.
Ante el confuso panorama liderado por los desacuerdos y la intransigencia, el caos es inminente. Sin embargo, la fe, la perseverancia, el trabajo honesto en equipo y el dialogo asertivo entre los diferentes grupos, iluminaran el sendero para lograr la Costa Rica de paz, democrática, progresista y la justicia social anhelada por todos.
El noble pueblo costarricense aún tiene esperanza y fe en Dios de que, los diferentes poderes de la República, empresarios, medios de comunicación y demás grupos de nuestra sociedad, se enfoquen en el bien supremo del país, y así con el aporte de todos desaparezcan los nublados y brille el sol.
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