La vía interocéanica

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La vía interocéanica
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Cada día se producen miles de millones de toneladas en productos que deben moverse alrededor del mundo.  El comercio global aumenta año a año de forma exponencial. La idea de utilizar nuestro territorio como paso para mercancías no es nueva.  El multimillonario de los ferrocarriles de los Estados Unidos, Cornelius Vanderbilt financió la expedición de William Walker a la zona, para establecer lo que Vanderbilt llamó la vía del tránsito para intentar comunicar la costa este de los Estados Unidos con California en la costa oeste. Es evidente que para el trasiego de carga, Costa Rica tiene una posición privilegiada, pues es una delgada cintura de tierra de apenas unos 320 km entre los dos océanos más grandes del mundo, y además está muy cerca de la línea del ecuador, en el centro del globo.  La construcción de una vía interoceánica en Costa Rica tendría un impacto geopolítico significativo al ofrecer una ruta más corta para el transporte de mercancías entre el Atlántico y el Pacífico. 

La vía interoceánica costarricense reduciría la distancia y los costos operativos para el comercio global promoviendo el crecimiento económico y el comercio internacional al facilitar un acceso más rápido y eficiente a los mercados globales. Las mercancías podrían moverse con mayor rapidez entre Asia y Europa, África, América del Norte y América del Sur, generando ahorros en tiempo y costos de transporte. Esto a su vez podría incentivar la inversión extranjera y el desarrollo de infraestructura adicional en el país, pues la franja de paso de la vía interoceánica sería ideal para albergar zonas industriales por su inmediato acceso a los mercados de América y su conexión con el resto del mundo.

Construir una vía interoceánica con vías férreas y autopistas pasando por la zona norte del país para esquivar las cordilleras, resulta ser una maravillosa oportunidad para el Costa Rica.  La zona norte no tiene mayores complicaciones topográficas, y llevando la vía hasta casi Peñas Blancas donde termina la cordillera de Guanacaste, lo convierte en un proyecto relativamente fácil de construir.  Estas condiciones geográficas y topográficas se suman a la estabilidad política y social de Costa Rica, lo que convierte a nuestro país en el único lugar en el mundo para hacer esta mega obra.

Además de la construcción de las vías férreas y las autopistas, se deberán construir puertos en ambos mares, o bien se puede utilizar en el caso del Caribe el recién construido.  En el caso del Pacífico, el puerto deberá construirse en algún punto de la bahía de Santa Elena.

Los estudios preliminares para la construcción podrían tomar unos dos años, utilizando toda la tecnología existente como drones y satélites, y la construcción se podría llevar a cabo en unos tres años con varios frentes de trabajo y con construcción simultánea de los puertos y la construcción en tierra, siendo esto una aproximación todavía gruesa.

Todos los barcos que no pueden cruzar el canal de Panamá por su gigantesco tamaño tendrían la posibilidad de trasegar sus contenedores y productos a través de la vía interoceánica de Costa Rica, lo que generaría un ingreso anual a nuestro país muchas veces mayor que cualquier otra actividad, y serían ingresos garantizados, en constante aumento y permanentes por al menos los próximos 100 años.

Los inmensos ingresos de la operación de la vía interoceánica se podrían destinar un tracto al fondo de pensiones para garantizar para todos los costarricenses una pensión mínima semejante a un salario mínimo; otro tracto para la infraestructura de carreteras, puentes, puertos y aeropuertos, así como ingresos frescos para el Estado para sus múltiples usos y necesidades.

La vía interoceánica es un megaproyecto que convertiría a Costa Rica en un punto neurálgico para el comercio internacional, llevando al país a tener una posición geopolítica estratégica para el mundo moderno, más allá de las esferas comerciales, y tiene la capacidad de cambiar de manera radical la economía, el futuro y la sociedad de Costa Rica.

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