Votar es como casarse
Durante un veranillo de San Juan, ese que ahora aparece esporádicamente por el calentamiento global, una antigua profesora dijo una frase que caló para toda la vida: “Cuando usted se casa, no solo lo hace con su pareja sino con toda la familia”. Uno se casa con la pareja, pero también con los suegros, los cuñados, los concuños, el primo que visita, de vez en cuando, abuelos, sobrinos de la pareja y hasta la mascota.
Entonces, votar no solo lo es por el candidato a presidente, sino también con posibles ministros o asesores en el gabinete, con quien pagó la campaña, el que ayudó a pegar banderas y a transportar personas, entre otros; en fin con quien nadie oyó, ni sabía que estaba en el partido pero que de repente aparece en un puesto estratégico porque fue el que planeó, diseñó y ganó la campaña.
Se podría decir que votar es casarse con el candidato, es un matrimonio, muchas veces por conveniencia, otras por amor, otras por obsesión y otras por castigo a la otra persona que no me dio pelota y entonces me caso con esta fulana para no quedarme solo o para que la otra me vea casado y entonces darle celos.
Poro otro lado, no hay nada más peligroso que el voto castigo, observemos nada más cómo la gestión de este gobierno nos ha llevado a que los Eurobonos se desplomaran, la tasa de delincuencia y homicidios aumentara, el presidente haya sido cuestionado por el informe de la Asamblea Legislativa, y se inmiscuya en temas que no le competen.
El votante debe de ser racional y no votar por el candidato sino también por el equipo de gobierno. Al igual que una pareja mal escogida, quienes sufren son los hijos, un presidente mal escogido hace que todos los hijos del pueblo sufran, lo malo es que no hay divorcio y no queda sino aguantarse todos los cuatro años.
A la pareja hay que conocerla antes de casarse, lo mismo ocurre con el candidato. ¿Se casaría usted con quien en realidad no conoce?
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