Respeto y consideración entre costarricenses
En el país se vive una furia, una rabia, un profundo disgusto contra los partidos políticos, los líderes tradicionales e incluso algunas empresas del país. Todos ellos emblemas y cara del “status quo” son despreciados por serlo sin mayor análisis. Por ser parte del “status quo” se presume que son sinvergüenzas, corruptos, fuente de las desgracias sociales y políticas que desde hace años venimos viviendo los costarricenses. Como este es un estado producto de percepciones que forman la realidad política, la presunción de inocencia ha sido sustituida por muchos irresponsables por la presunción de culpabilidad. Como la presunción de culpabilidad ha sido impuesta, las pruebas están sobrando. La presunción de inocencia, importante fundamento de los derechos humanos, ha sido eliminada de hecho en Costa Rica. Juzgamos a punta de suposiciones, insultos, descalificaciones y percepciones y todos resultan culpables. Políticos para ganar popularidad y ascendencia empujan esta narrativa de corruptos y ahora la generalizan de manera universal. Primero vinieron los linchamientos políticos. Los medios verdugos de ayer son los perseguidos hoy.
Los escándalos y linchamientos mediáticos nunca son comparables a los rigurosos procesos de enjuiciar a las personas en los estrados judiciales. Claro los escándalos mediáticos al llegar a esos estrados no conseguían las condenatorias deseadas porque las pruebas judiciales requieren de integridad y deben de tener transparencia o rigor comprobatorio. Los juzgados buscan siempre justicia distributiva como es dar a cada quien lo suyo. Los linchamientos de algunos medios llevan ya la sentencia y la condenatoria elaboradas y concluidas al empezar sus escándalos.
Los linchamientos mediáticos buscan causarles daño a blancos particulares. Hay una guerra política de gran intensidad entre grupos políticos y medios. En esta refriega el gran perdedor ha sido el poder judicial y el país.
Si algún valiente defiende la buena fe, la verdad objetiva y la información sin manipulación, ese es tildado de corrupto, que defiende al “status quo”. Si se miente poco y en beneficio propio esto resulta apropiado según algunos.
Las agresiones no paran, las descalificaciones buscan acabar con la credibilidad de quienes traen un mensaje que pudiera perjudicar a alguna parte de esas involucradas en las luchas políticas. Sobre la confianza de los gobernados en las instituciones y las leyes descansan la democracia, la gobernanza y a gobernabilidad.
¿De qué ha valido toda esta trifulca diaria, qué ha ganado Costa Rica?
Estamos cansados de este juego de culpas, de este entrecruce de descalificaciones. Es el momento de reflexionar. Hay que rectificar. Hay que enmendar. Debemos volver a tomar altura.
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