Los últimos alientos del 2023
Como fiel aliado del paso del tiempo; con su rostro marcado por las huellas de quienes hospedó en su seno; con sus párpados desvanecidos en las agitaciones del calendario y sus labios temblorosos ante el martirio de los segundos, el 2023, en pocas horas, reposará sus pálpitos, definitivamente, en la memoria del infinito.
Su piel se irá impregnado de mares de alegrías y tristezas. De bosques de éxitos y veredas de desengaños. De manantiales de amor, esperanza y fe. De soles de realidades y lunas de sueños. De vientos de zozobras y ríos de soledad. De cielos de incertidumbres personales y sociales. Se irá, como todo en la vida, con la piel estampada de sombras y luces.
Frente a ese telón del tiempo, que poco a poco va cayendo sobre su ser, podemos verlo aún firme; sentirlo reacio, arañando las últimas horas en la memoria de cada uno de nosotros para detenerse en el tiempo; quizás, con el deseo de que su agonía sea motivo de reminiscencias para todos aquellos que fuimos parte de su caminar.
Frente al aire de un nuevo visitante; con el cansancio propio de quien ya no resiste el paso del tiempo, alza sus manos como señal de resistencia. Como quien, erguido por la sangre altiva de la valía, tan solo desea despedirse a través de la memoria con la frente en alto y con el anhelo de haber surcado en nosotros la esperanza de luchas por tiempos mejores.
Se marchará ese amigo que tejió nuestra historia entre sus venas; por eso, antes de que el 2023 se una por completo a tantos años compañeros, abracémoslo en nuestra propia conciencia, pese a las vicisitudes, con fuerza fraterna y, sincero agradecimiento, para que concebidos, en una sola carne y un solo espíritu, reflexionemos sobre lo que en realidad significó este año.
¡Que estas últimas horas sean un intenso y precioso preludio de una vida de provecho y ventura!
Ayer, recostado en nuestro pecho, como un recién nacido, el 2023 comenzó a vivir con nosotros cada uno de nuestros pasos dándonos la posibilidad de construir grandezas en él; hoy, que se agota su luz para cedernos un naciente tiempo, es a nosotros a quienes nos corresponde vigilar su agonía para que su fallecimiento sea honrado por nuestras miradas de gratitud y afecto.
Minuto a minuto se vence su término. Agónico el 2023 se va despidiendo. Doce campanadas bastarán para que su alma descanse por siempre. Doce campanadas para que su tránsito se desvanezca al son de la nostalgia. Doce campanadas para alzar su vuelo irrevocablemente, dejándonos, en pie de lucha, con la esperanza de que el año venidero venga cargado de fraternidad, armonía y bienestar material, personal y espiritual.
¡Adiós amigo 2023! ¡Gracias por todo!
Los comentarios están cerrados.