Tiempo de jugar
El tiempo de jugar en familia, sobre todo en vaciones, es una de las mejores acciones que se pueden hacer para lograr alegría tanto para niños, jóvenes y los padres.
Por ejemplo; cuando los padres deciden jugar futbol y se rien a carcajadas con sus niños y jóvenes porque se rebalaron tratando hacer un gol, abrazándose espontáneamente en el suelo, dada la inocente torpeza, se genera una conexión única de amor sin lenguaje verbal.
Son momentos para ellos de gran gozo por la vida, al estar tan cerca del progenitor amado, quien no sólo brinda proteción, sino que es libre de dar como recibir el juego.
Al respecto, me gustaría contarles lo que hace unos días, observé durante unas horas el jardín de niños del parque de Nicoya.
Es impresionante la mirada tan llena de vida en los niños según iban llegando, abriendo los ojos a más no poder, bajaban sin contol del regazo de su mamá para lanzarse a toda velocidad hacia los objetos dispuestos en el lugar.
Que si al tobogán, la casita de madera, los tubos que amplián la voz, al estilo teléfono “chocho”. El pasamanos, escaleras de caracol, y una suerte de obstáculos donde se ofrecen retos significativos, en especial a los más chiquititos, que hacen todo lo posible por alcanzar a los grandes.
Aquí no sólo se divierten. Éstos niños sin conocerse unos a otros. Se ayudan, y cuidan de manera desinteresada. Sin quitar que sus mamás y papás están vigilantes con responsabilidad y contagiados de la felicidad del momento.
Es de agradecer a las autoridades regionales encargadas de cuidar los parques por brindar espacios sanos de juego a la comunidad. Los mismos preparan a los niños y jóvenes a reír y compartir en lugar de insultar o violentarse.
También un aplauso de pie a todos los familiares apuntados a sacar el ratito para salir al sol con sus hijos, hablar, cantar, mirarse a los ojos y sin celular, solo jugar.
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