Recuperar la tranquilidad y la paz es un desafío nacional
La inseguridad derivada de la delincuencia, especialmente vinculada al crimen organizado, se ha convertido en un desafío abrumador que amenaza la calidad de vida de los ciudadanos, socava la paz y la estabilidad en nuestro país. Es un gran problema, – sabemos – afecta a numerosas naciones, pero que en nuestro caso, requiere una respuesta pronta, decidida y coordinada a nivel nacional, para proteger a nuestra población y restaurar la sensación de seguridad en ciudades.
Enfrentar la delincuencia no es solo tarea de las autoridades, sino también un compromiso que debe involucrar activamente a las personas y a las comunidades. La participación ciudadana en la prevención y combate del crimen es fundamental, ya que las comunidades poseen un conocimiento invaluable de su entorno y pueden identificar patrones de actividad sospechosa. Sin embargo, es preocupante observar la falta de denuncia, la indolencia y la pasividad ante el crimen de no pocas personas, que alcanza niveles intolerables e insospechados.
Las autoridades, por su parte, deben brindar un acompañamiento real y efectivo a las comunidades en esta lucha. Esto implica garantizar la presencia policial en áreas vulnerables, pero también establecer canales de comunicación efectivos entre la policía y la comunidad, para así lograr una respuesta rápida y eficaz a los incidentes delictivos en curso.
Es evidente que las medidas tradicionales de control y represión policial, ya no son suficientes para contrarrestar la delincuencia. Es necesario explorar nuevas estrategias, como el fortalecimiento de la colaboración interinstitucional y el uso de tecnología avanzada, como drones e inteligencia artificial, para mejorar la vigilancia y el control del crimen.
Existen modelos exitosos de abordaje del delito en el mundo, «Tolerancia Cero», el “Modelo Comunitario de Policía” y el “Modelo de Prevención Situacional”. Estos modelos se centran en la aplicación rigurosa de las leyes, la colaboración estrecha entre la policía y la comunidad, y la modificación del entorno físico y social para reducir las oportunidades de comisión del delito.
La delincuencia ha alcanzado un punto crítico en el que los criminales actúan sin temor alguno y ponen en riesgo la seguridad y el bienestar de la población. Es necesario adoptar medidas más enérgicas y coordinadas para abordar esta situación, como ya se dijo con mayor control y represión, involucramiento de la comunidad y aplicación de medidas preventivas adicionales.
Es momento de que como sociedad y como Estado, tomemos acciones concretas para enfrentar el desafío de la delincuencia. Urge fortalecer la seguridad ciudadana como una política pública integral, adoptando medidas innovadoras y coordinando esfuerzos entre instituciones, comunidades y el sector privado. Es hora de actuar con determinación y compromiso, para recuperar la tranquilidad y la paz que nos han arrebatado..
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