El ejemplo debe seguir.

Panorama Digital
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El Parque Metropolitano La Sabana poco a poco cambia su rostro para transformarse, de un desierto verde, a un sitio de alojamiento de la biodiversidad. Posiblemente fue desde Panorama donde desde hace varias décadas señalamos la conveniencia de eliminar especies exóticas para cambiarlas por nativas y así, mediante la sinergia de actores del sector público y de la empresa privada, se inició el proceso de transformación cuyos frutos ya están a  la vista.

Puede que por el rápido crecimiento, en principio se apostó por plantar pino, ciprés y eucalipto,  incompatibles con la atracción de aves, porque no producen alimento para estos animales que nos deleitan con el color de sus plumajes y los trinos que despliegan.

Más de un lustro después los cambios son evidentes la floración del cortés amarillo, roble de sabana, jacaranda y los frutos del dama, güitite, higuerón, para mencionar solo algunos de los nuevos árboles plantados,  propios de nuestra biodiversidad, permiten la observación  de pájaros, algunos que vienen desde otras latitudes en su proceso migratorio a lo largo y ancho del continente.

La experiencia del Parque Metropolitano La Sabana debe trasladarse a otros sitios y para comenzar voy a mencionar al menos dos, uno bajo la protección del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) y el otro del Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación (ICODER).

Fraijanes en las inmediaciones del Volcán Poás, es un hermoso paraje donde se congregan familias provenientes de la Gran Área Metropolitana y está bajo la tutela del ICODER, igual que La Sabana, cuenta con un hermoso lago y senderos donde abunda el ciprés, por la naturaleza de su follaje hace que bajo la fronda prácticamente no crezca otra especie y aparte del agradable aroma que esparce, posiblemente solo sea un sitio para roedores como las ardillas.

En el Parque Prusia ubicado en las estribaciones del volcán Irazú, tutelado por el SINAC, la situación es otra, la zona prácticamente fue devastada por las erupciones del coloso en 1963 y en el proceso de reforestación posterior al desastre se usaron plantas de eucalipto, ciprés y pino,  luego de más de cinco décadas alcanzan alturas impresionantes, pero igual, lo que pudo ser un santuario de aves y animales, es hoy un desierto verde, ciertamente hermoso, pero casi desprovisto de vida silvestre.

El cambio en La Sabana no fue de la noche a la mañana, fue paulatino y así debería hacerse con Fraijanes y Prusia, el tiempo es hoy, las futuras generaciones lo apreciarán con gratitud.

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