Ser cirineos de los que sufren
En los tiempos actuales, mucho se trata de imponer o mejor dicho, crear la conciencia de que aquellas personas que sufren alguna enfermedad dolorosa o terminal, deben de ser asistidas con la eutanasia; confundiendo esta actitud con compasión ante lo que resulta confuso e impotente. Ello puede a veces tentar a personas de buena voluntad a creer que la eutanasia lleva en sí a una salida compasiva a quienes sufren una enfermedad dolorosa o terminal.
Para quienes somos creyentes buscamos respuestas a las experiencias a las que nos enfrentamos en nuestra condición humana y para esto debemos escudriñar la Palabra de Dios, para ubicar el camino que debemos seguir. Jesús es la respuesta, en sus enseñanzas y vivencias Él nos invita a vivir el amor fraterno, como senda segura y para ello, nos da un ejemplo con sus palabras:
“Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando.”, Juan 15, 12-14.
¿Cómo podemos aplicar esta petición de Jesucristo a la vivencia de acompañamiento a quienes sufren enfermedades dolorosas y algunos hasta desahuciados?
En su pasión dolorosa Jesús tuvo un cirineo que le llevó alivio. Podemos reflexionar que esta es una enseñanza para tomar una actitud en favor de quienes sufren, en medio de la pasión dolorosa de sus enfermedades. Dar nuestra vida porque a ellos llegue el alivio como lo experimentó Jesucristo, por medio del cirineo.
Debemos entender que Jesús nos invita a solidarizarnos con ellos, ofreciendo nuestra vida. No se trata de que nuestro cuerpo muera por ellos, sino tomar la postura de cirineos, no sólo con oraciones, sino también con actitudes de ayuno; no solo de alimentos sino también sometiendo otros gustos, debilidades o superando tentaciones o situaciones de pecado o así con obras de caridad. Esto es un “dar la vida” por nuestro prójimo sufriente.
La gracia de Dios fortalecerá nuestra amorosa entrega, Él que tiene poder de levantar de la misma muerte y asimismo tiene poder para acelerar sus partidas en paz. Juan nos relata en el capítulo 19, que cuando llegaron los soldados a quebrarles las piernas a los crucificados, para acelerar su muerte, ya Jesús había muerto…podríamos reflexionar que, por medio de la acción del cirineo, ¿A Jesús se le acortó su agonía? ¿El cirineo al llevar la cruz del condenado hizo suya parte de la pasión de Jesús y así se aceleró su partida?
La vivencia de Jesús nos invita a dar la vida de esta forma, solidarizándonos con nuestros enfermos en situación de dolor y sufrimiento, antes que optar por la eutanasia humana con su cuestionable e inhumana solución.
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