Brazos cruzados ante la sinvergüenzada
La lapidaria evidencia nos dice que a cielo abierto, a vista y paciencia y bajo la mayor decidía, el oro en el sector de Crucitas, se ha sustraído, por décadas en forma ilegal principal y mayoritariamente por extranjeros; el metal precioso hurtado al país, al pueblo costarricense, lo único que dejó es un desastre ecológico y la pérdida del valioso recurso nacional.
Millones, de millones de dólares en oro, infamemente robados, a la fecha, los verdaderos responsables, parecieran que miran hacia otro lado, como si el asunto no fuera de su incumbencia, por ende, a brazos cruzados ante la sinvergüenzada, por parte de algunos sectores y autoridades responsables por ley.
¿Qué sienten y piensan muchos costarricenses, por no decir la totalidad del pueblo, ante tan reprochable descuido? Sienten cólera, rabia e impotencia, manos atadas y bocas amordazadas; peor aún, desconfianza de quienes nos gobiernan, de las autoridades, de leyes permisivas, a veces inútiles pues no protegen a Costa Rica, ni a los costarricenses.
La gestación y creciente inseguridad ciudadana se inició desde anteriores administraciones, se aprobaron leyes ambivalentes, convenientemente confusas, prestas a diversas interpretaciones para beneficiar a los delincuentes y algunos sectores económicos y políticos, mediante redes de cuido, donde la corrupción sale impune.
Triste realidad, no es casualidad que el ciudadano común, honesto y trabajador, viva con temor, cautivo entre rejas en su propia casa, mientras los delincuentes andan libres en las calles, con licencia tácita para delinquir, ya que, los capturan e inmediatamente los liberan, por ende, brazos cruzados ante la sinvergüenzada.
¿Qué sienten y piensan muchos costarricenses, por no decir la totalidad del pueblo, ante tan reprochable situación? Sienten cólera, rabia e impotencia, manos atadas. sus bocas amordazadas, peor aún, desconfianza de quienes gobiernan, de las autoridades, de leyes permisivas, a veces inútiles que no protegen al ciudadano de a pie, ni a la sociedad.
Hasta donde llegará el descaro de algunos vendedores de chances y lotería que, sin escrúpulos cobran sobreprecios abusivos a los indefensos consumidores, mismos que acuden a la protección de las autoridades, y la respuesta que reciben es que, “Vayan a poner la denuncia y lleve las pruebas…”
Se repite; millones de millones de colones, robados a los indefensos consumidores que, muchas veces por necesidad acuden a darle oportunidad a la suerte, y se topan con un corrupto vendedor, por ende, brazos cruzados ante la sinvergüenzada, las autoridades encargadas de proteger al consumidor le solicitan las pruebas para proceder.
¿Qué sienten y piensan muchos costarricenses, por no decir la totalidad del pueblo, ante tan reprochable práctica? Sienten cólera, rabia e impotencia, manos atadas, sus bocas amordazadas, peor aún, desconfianza de quienes gobiernan, de las autoridades, de leyes permisivas, no pocas veces inútiles pues no protegen al ciudadano de las enquistadas y malas praxis de una corrupción casi que legalizada.
Tristemente todo lo anterior es parte de la vida de los costarricenses; nos guste o no.
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