El peligro de limitar la educación  

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El peligro de limitar la educación  
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Limitar la educación en un sistema democrático es una acción sumamente peligrosa, especialmente porque cada vez más jóvenes optan por ser parte de bandas narco.         Les venden la fantasía de que matar no es nada malo, hay que trabajar poco y se obtiene dinero fácilmente. Para éstos menores de edad la vida se les puede convertir en un infierno. Sus familias de una u otra forma estarán siempre amenazadas, mientras otros se benefician de esta macraba labor en detrimento de nuestro país.

Las injusticias las vemos todos los días. Lloramos la muerte de niños, y hasta una madre embarazada como víctimas colaterales del objetivo del crimen.  Como ciudadanos pacíficos quedamos atónitos, sin saber qué hacer. El pánico se apodera de las familias. Da miedo mandar a los hijos a la escuela, colegio o universidad. Los padres y madres los despiden rezando que regresen con vida.

Esta nueva Costa Rica no la queremos más.   Tal crisis nos tiene que llevar a rescatar lo importante. Y uno de los grandes legados es el derecho y oportunidad de estudiar, no solo para desarrollar el sentido crítico de la realidad nacional, si no, por la formación de profesionales que con su sabiduría avanzamos en diferentes áreas del saber.

Por suerte una gran parte de la juventud aprovecha el derecho a manifestarse. Van a las calles de manera respetuosa a solicitar su necesidad de mantener programas públicos desde el kínder hasta la universidad.

A pesar de que algunas autoridades políticas los ignoran, minimizan, rechazan o se burlan, no se rinden.  Saben que uno de los grandes pilares de la paz en una nación es estudio para todos, no sólo para los que tienen plata.

Al contrario, la falta de acceso a una educación de calidad puede perpetuar la desigualdad social y contribuir a incrementar la brecha entre los grupos socioeconómicos.

Recordemos que la idea de educación es para el costarricense, en buena medida, un concepto asociado al mejoramiento de la calidad de vida y al progreso social, esto porque, por años, el país apostó a la educación como motor de desarrollo socioeconómico.

A diferencia de otros países, Costa Rica prefirió eliminar el ejército y redistribuir sus recursos en áreas como la salud y la educación.

Así, nuestras instituciones garantizaron el crecimiento social y, a la vez, aseguraron un distanciamiento de los conflictos propios de las naciones militarizadas, los cuales exigen gastos económicos importantes.    

Por todo esto, y por robustecer nuestro sistema democrático, ojalá pronto tengamos de nuevo un buen gobernante que priorice este tema de la educación con inteligencia y respeto.

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