¡Vuela alto Marina!, ¡vuela alto mujer virtuosa!

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¡Vuela alto Marina!, ¡vuela alto mujer virtuosa!
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Si ha existido un aspecto que ha marcado mi vida profundamente, es la influencia de inspiradoras mujeres quienes han transitado, y han escrito sus huellas, en las páginas del libro de mi existencia. Una de esas mujeres ha sido mi querida mentora, mi gran maestra, mi amada amiga, la doctora Marina Volio Brenes: un abrazador rocío de humanidad e intelecto; savia de mujer quien, con persistencia, por 35 años, ha danzado en muchos de los diferentes pálpitos de mi historia. Y que hoy, vuela alto, dejando una huella imborrable en la historia académica, cultural y política de Costa Rica, y en tantos corazones de quienes le profesamos nuestro más profundo cariño y nuestra más efusiva admiración. 

A Marina la conocí cuando iniciaba mi vida universitaria en Estudios Generales; aún recuerdo el primer día de clases en la Universidad de Costa Rica cuando ingresó al aula una joven señora de delicada silueta, elegantemente vestida, sonriente, con aires de gran sabiduría, quien, con voz pausada, se presentó como exministra de Cultura e hija del General Jorge Volio, de quien siempre se sintió tan orgullosa. No oculto que me impactó la enigmática personalidad de esa mujer; eso fue suficiente para que, a partir de ese momento, naciera una admiración hacia la docente y, posteriormente, vinieran años de amistad, reuniones, festejos, tertulias, sueños y luchas compartidas; de descubrir, poco a poco, no solo el gran intelecto de Marina, sino su gran humanidad, sensibilidad, vocación por la sana política, pasión por la enseñanza y su exquisita esencia de mujer…

¡Definitivamente qué placer es el saber que la vida me dio el inmenso honor de alimentarme de sus infinitas cosechas! De una mujer que logró, con creces, hacer Patria. Porque referirse a Marina Volio es hablar de una mujer que fue una distinguida abogada e historiadora. Es hablar de una exministra de Cultura fundadora de la Compañía Nacional de Danza; candidata a diputada y a la presidencia de la República; vicerrectora de la UNED; vicepresidenta del Colegio de Abogados; Ciudadana Distinguida de Santa Ana; catedrática, en fin, una mujer quien supo aprovechar al máximo su intelectualidad y vocación de servicio en beneficio de su país y de quienes tuvimos el gran privilegio de ser educados a la luz de sus enseñanzas.

Muchas gracias entrañable amiga Marina; ¡mil gracias por tu legado!; ¡mil gracias por tu ejemplo!; sin duda tu eterna inspiradora savia de mujer seguirá palpitando en los tránsitos de mi existencia.

¡Vuela alto!, tan alto como lo hiciste en este plano terrenal. ¡Te honré en vida y te honraré por siempre!

¡Que tu luz ahora brille, aún más, en el infinito! ¡Hasta pronto mujer virtuosa!

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