¿Hemos olvidado el valor de nuestra democracia?

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¿Hemos olvidado el valor de nuestra democracia?
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Costa Rica se ha forjado a lo largo de su historia como un bastión de democracia y diálogo. Nuestro modelo de convivencia pacífica es un orgullo nacional, construido sobre cimientos de entendimiento y respeto mutuo. En tiempos de desafíos, debemos recordar que nuestra democracia no es simplemente un sistema político, sino una forma de vida en la que el diálogo sustituye a la imposición y donde el autoritarismo no tiene cabida.

Si bien es cierto que, durante muchas décadas, un sistema económico instaurado ha golpeado a las clases más desprotegidas, y también hemos visto a través del paso de muchos gobiernos cómo se disipan promesas políticas para mejorar nuestra nación, todo ello no debe ensombrecer el deseo de vivir en democracia. Si bien, por años se han destapado casos graves de corrupción, debemos tender a fortalecer el Estado Social de Derecho que nos ha caracterizado; lo contrario sería optar por el camino del abismo.

Ante los recientes desastres naturales, que han golpeado a nuestra nación, se hace más evidente que nunca la necesidad de trabajar juntos. Las tragedias no discriminan, afectan a todas las personas sin importar diferencias sociales, económicas o políticas. En este contexto, no hay lugar para la división ni el egoísmo; debe prevalecer la solidaridad que nos caracteriza como pueblo.

Unidad no significa uniformidad, sino capacidad de reconocer nuestras diferencias y usarlas como fortalezas para construir soluciones colectivas. Cada sector de la sociedad tiene un papel importante en este proceso, desde el gobierno hasta las comunidades organizadas.

Este es también un momento para reflexionar sobre la sostenibilidad y la resiliencia. Los desastres naturales nos recuerdan que vivimos en un país bendecido por su riqueza natural, pero vulnerable ante fenómenos climáticos.

Es allí donde nuestra democracia no debe ser un espacio para la confrontación estéril ni para intereses particulares que promuevan la división. Debemos rechazar con firmeza cualquier intento de sembrar el odio o la desconfianza entre los costarricenses.

Este es un llamado a la acción, no solo para las autoridades, sino para cada ciudadano. Que la solidaridad sea la guía de nuestras decisiones y acciones, desde apoyar a quienes lo han perdido todo hasta participar activamente en procesos de reconstrucción y prevención; todos podemos y debemos aportar.

Costa Rica es más fuerte cuando está unida y nuestra democracia es el instrumento que nos permite resolver juntos los desafíos del presente. Que estos tiempos nos den una oportunidad para reafirmar nuestra esencia democrática, solidaria y dialogante, recordando que el futuro de nuestra nación depende de lo que hagamos hoy como un solo pueblo.

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