Costa Rica: ¡abramos el diálogo!

Costa Rica se ha forjado, a lo largo de su historia, como una democracia sólida, basada en el respeto por las instituciones, la voluntad del pueblo y la búsqueda constante del bien común. Este legado ha sido construido con esfuerzo, paciencia, y, sobre todo, con diálogo. Hoy, más que nunca, estamos llamados a proteger y fortalecer ese legado.
En un contexto donde los discursos de odio, los intereses particulares y las agendas ocultas intentan imponerse sobre el interés nacional, se hace urgente reafirmar que la democracia no es solo un sistema de votación. Es un estilo de vida en sociedad que requiere diálogo permanente, transparencia y participación ciudadana.
La democracia no puede ni debe ser capturada por grupos de interés que se valen del poder económico, político o mediático para presionar decisiones públicas que les beneficien a costa del bien común. La política pública no puede responder a chantajes, sino a principios.
Cuando se cierran los espacios de diálogo, cuando se siembra la desconfianza hacia las instituciones, cuando se desacredita al adversario solo por pensar distinto, se da paso a la polarización y a la fragmentación del tejido social. La democracia comienza a erosionarse cuando se impone la lógica del «todo o nada».
Debemos volver al centro de nuestra tradición política: el diálogo. El diálogo no es sinónimo de debilidad; es una muestra de madurez. No se trata de renunciar a convicciones, sino de escuchar, proponer, ceder cuando sea necesario y construir acuerdos. Costa Rica necesita más puentes y menos muros, más mesas de conversación y menos trincheras.
Cerrar portillos a los grupos de interés no significa perseguirlos, sino impedir que el poder se use como herramienta de imposición o exclusión. Significa fortalecer los mecanismos de participación ciudadana, proteger la función pública de injerencias indebidas, y garantizar que toda decisión se tome con base en criterios técnicos, éticos y transparentes.
Nuestro país necesita reformas, sí, pero no puede hacerlo por la fuerza, ni a espaldas del pueblo. La democracia no es un obstáculo, es la vía que nos debe poner en camino. Quienes ven al diálogo como pérdida de tiempo no entienden que la imposición solo trae conflictos y retrocesos. El camino largo del consenso, aunque difícil, es el que garantiza paz y estabilidad.
Hoy más que nunca, reafirmemos que Costa Rica es y seguirá siendo una república democrática. Costa Rica debe ser un país donde se escucha, se debate, se respeta y se construye. Aquí los problemas se enfrentan con propuestas, no con gritos ni descalificaciones. Aquí, el diálogo no es una opción, es la única vía.
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