Reflexión en Semana Santa: Hacia una sociedad más justa

La Semana Santa es un momento especial en el que las personas que profesan la fe cristiana recuerdan la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo. Es un tiempo de reflexión, de recogimiento espiritual y de gratitud a Dios, no solamente por el perdón de los pecados sino porque a través de las enseñanzas de Su Hijo el ser humano puede – y tiene la responsabilidad histórica – de construir un mundo mejor y de instituir una sociedad más justa y solidaria.
Las enseñanzas del Maestro estuvieron enfocadas en el amor, en el perdón y en la solidaridad. Todos estos elementos constituyen la base fundamental para avanzar hacia una sociedad íntimamente relacionada con la justicia social, una sociedad donde sea posible consensuar acuerdos intersectoriales para el mayor bienestar posible, gracias al diálogo, a la negociación y al respeto entre todos. Se trata, en definitiva, de una sociedad que pone el acento en el amor al prójimo.
La justicia social, sustentada en el amor – y sobre todo en el amor cristiano – es el reflejo de una auténtica vinculación solidaria entre todos los integrantes de una nación; es la materialización de la voluntad ciudadana y política para desarrollar e implementar acciones que permitan elevar las expectativas de vida. No puede perderse de vista de que, junto con el perdón y el respeto entre los seres humanos, también están el amor y la colaboración, que son indispensables para alcanzar mejores niveles de vida.
De la misma manera que en el plano particular todas las personas están llamadas a fortalecer los valores relacionados con la cooperación entre sí; los gobiernos democráticos están llamados para establecer políticas públicas para el bienestar general, para lo cual es imprescindible el diálogo sincero entre todos los poderes del Estado. La arrogancia, la prepotencia y el ego, son características discrepantes con el mensaje cristiano y a nada bueno conducen. Por el contrario, el amor y la comprensión son el camino correcto hacia la justicia social.
Jesucristo dejó a la humanidad un nuevo mandamiento, que las personas se amaran unas a las otras de la misma forma en que Él dio su amor al mundo. Esto no es algo sencillo, precisamente porque significa sellar un compromiso de absoluta solidaridad. Este compromiso -basado en las enseñanzas del Hijo de Dios- permite a los seres humanos establecer un pacto social entre ellos que les permita una convivencia pacífica, de respeto y de amor, valores esenciales para edificar un mundo nuevo, un mundo de oportunidades, un mundo de justicia y de progreso para todas las personas.
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