Semana cervantina

Un día de primavera, el 22 de abril de 1616, muere en Madrid el escritor español Miguel de Cervantes. Enterrado al día siguiente, es esa la fecha que, como ocurría entonces, aparece en su certificado de defunción. En una feliz coincidencia, tan literaria, ese mismo día fallece William Shakespeare, en una Inglaterra cuyos días medía aún el calendario juliano.
Para rendir homenaje a esos genios de la literatura universal, España propuso y la UNESCO aceptó que ese día, el 23 de abril, fuera proclamado el Día mundial del Libro.
Para unirnos a esta celebración, la embajada de España ha organizado una magnífica semana cervantina con música, teatro, arte e incluso unas deliciosas jornadas gastronómicas en el barrio de Escalante para degustar los platillos que Cervantes citó en sus obras.
En sus casi setenta años de azacanado vivir, Cervantes fue un hombre de su tiempo, inquieto y aventurero, que cambió de oficio y residencia, que participó en una de las batallas más trascendentes de su época y que tuvo una curiosidad infinita por el mundo y por el alma humana.
Fueron sin embargo sus horas de soledad lo que le convirtieron en una de las grandes figuras de la literatura universal. Con humor y hondura, inventó la novela moderna y creó los personajes más famosos de la historia, Don Quijote y Sancho
“El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” sigue hablándonos a nosotros, sus lectores de hoy, con la fuerza con la que habló a los que nos precedieron en los últimos 400 años. Todos nos sentimos a veces Quijote y a veces Sancho, en ocasiones dispuestos al sacrificio para socorrer a los oprimidos y otras veces ensimismados en lograr nuestro propio beneficio.
Cervantes cambió la novela para siempre aferrándola a la realidad y creando personajes reales de carne y hueso, que dudan, sufren y cambian como nosotros.
En sus obras nos habla de los valores que nos importan, de la justicia, de la amistad, de la valentía y de la libertad. Nos habla también de la locura. Cómo se pregunta Don Quijote, “¿Quién sabe dónde reside la locura?. Demasiada cordura puede ser locura y la mayor locura de todas es ver la vida como debe ser y no como debería ser”.
Los invitamos a disfrutar con nosotros esta semana que empieza hoy para cuerdos y locos con el monólogo “De cuyo nombre no puedo olvidarme” de la magnífica dramaturga costarricense María Bonilla a las 7 de la noche en El Farolito, el centro cultural español, que es la casa de todos. Los esperamos.
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