¿Es esta huelga la solución para el país?
Evidentemente no lo es. Grandes sectores de nuestro pueblo no apoyan a los sindicatos, pero tampoco apoyan al gobierno. En otras palabras, Costa Rica está a fuego cruzado entre aquellos que defienden sus privilegios y gollerías, y aquellos que quieren imponernos una visión país injusta y obviamente repudiada.
Por un lado, nos encontramos con grupos sindicales que basan sus razones de esta huelga aludiendo protección a los más pobres, en ataques al “gran capital”, al sector financiero, a la evasión y a la clase rica en general, pero no dan ni la más mínima explicación cuando se les cuestiona por las gollerías, más que evidentes, que representan un pesadísimo fardo sobre las finanzas públicas. En otras palabras, no están defendiendo a nadie, se están defendiendo ellos y arrastran en su peligroso juego a sectores atemorizados y/o caldeados por sus diatribas.
Y, por el otro lado, nos encontramos con un gobierno que insiste en gravar la canasta básica, que deja por fuera de su política fiscal a grandes empresas como cooperativas, asociaciones solidaristas, empresas financieras y, además y sobre todo, que comunica de forma evidente que la disminución/contención del gasto público no es su principal prioridad. Un gobierno que no aclara las cosas como deben de ser y, en especial, por el absurdo, ilegal y descarado manejo del erario público hecho en el Ministerio de Hacienda que, de forma irresponsable e inconstitucional, provocó un hueco financiero de más de 1.2 billones de Colones. Además, no ha sido claro en el hecho de que la recaudación ha mejorado desde el 2016, pero que ha sido incapaz de contener, y mucho menos reducir, el gasto público.
Y es en este último punto donde se manifiestan las mayores resistencias de parte del pueblo costarricense a este proyecto de ley 20580. Esta administración, al igual que las últimas 3, es una administración sin visión. Es incapaz de enfrentar al toro por los cuernos y dar el golpe de timón que su obligación histórica le impone.
En síntesis, este proyecto fiscal es, definitivamente, insuficiente no solo para solventar el déficit fiscal, sino para evitar una inminente crisis nacional a corto plazo y para convocar a su alrededor el apoyo que el mismo necesita de parte de todos los sectores del país. El gobierno ha sido incapaz de darle a entender al país que una reforma fiscal es absolutamente urgente, y que la misma no debe de estar basada, mayoritariamente, en aumentar los medios de recaudación imponiendo nuevos impuestos, sino de mostrar compromisos para imponer las medidas necesarias para reducir un Estado elefantiásico, ineficiente, incapaz y absurdamente gastón. Este proyecto es, desde todo punto de vista, un fracaso estratégico de la política fiscal de esta administración que se quiere imponer a como de lugar.
En la actual disyuntiva histórica todos tenemos que hacer sacrificios; y el Estado no es la excepción.
¡Un político inteligente, visionario y con liderazgo lo entendería así
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