Aprendamos a educarnos en autocontrol
Señalaba Sócrates que: “Sabio es quien sabe controlarse. Conoce tus debilidades, para aprender a dominarlas”. En este sentido definitivamente el autocontrol, o “autodominio” o “autorregulación” como también se le suele llamar, representa una de las habilidades de la inteligencia emocional de mayor eficacia para la resolución de conflictos.
Ahora bien, se debe tener claro que cuando se habla de autocontrol no se está haciendo referencia a una habilidad que busque negar o reprimir los sentimientos o emociones; es decir, controlar las emociones no significa suprimirlas.
Por el contrario, el control de las emociones significa comprenderlas para luego hacer uso de dicha comprensión con el fin de transformar las situaciones en nuestro beneficio. También implica manejar efectivamente las emociones y los impulsos perjudiciales; ser flexible para manejar desafíos y estar abierto tanto ideas y enfoques novedosos como a nueva información.
En este sentido, una persona que se autocontrole es capaz de manejar bien los sentimientos impulsivos y las emociones perturbadoras. Se mantienen positivas e imperturbables, aún en momentos difíciles; piensan con claridad y, además, no pierden la concentración cuando son sometidas a presión. ¿Acaso estas no son habilidades convenientes para enfrentar las vicisitudes comunes de la vida como una negociación, una pérdida de trabajo, una enfermedad, una separación sentimental o hasta la misma muerte?
¿Cuántas personas conocemos que ante una misma situación pueden ver lo ocurrido como una amenaza devastadora, mientras que otras pueden verla como un desafío vigorizante? Es aquí donde el autocontrol logra que lo que parece amenazador pueda tomarse como un desafío para enfrentarlo con energía y hasta con entusiasmo.
Es importante tener siempre en cuenta que son nuestros propios pensamientos, cambios corporales y comportamientos los que desencadenan nuestras respuestas emocionales y no los actos de otra persona o los acontecimientos exteriores. Por ejemplo, el poder de controlar nuestra cólera, o cualquier otra emoción, está en nuestras manos y no en las de otra persona. Recordemos que los problemas en sí pueden ser una fuente de experiencia, lo malo es cuando problema que puede controlar nuestra conducta.
Por eso lo más importante es que aprendamos a educarnos en autocontrol; es decir, percibir que nosotros no somos parte del problema, sino que está fuera de nosotros, eso nos ayuda a situarlos en un nuevo marco de referencia.
Además, es fundamental tener persistencia y paciencia pues son armas poderosas para desarrollar una actitud firme para no rendirse ante los problemas, los cuales son solo valiosos medios de aprendizaje ya que simplemente, cuando se fracasa, se ha encontrado una probabilidad de disminuir el equivocarse en el futuro. Nunca olvidemos que ante los conflictos si se persevera con autocontrol, se vence.
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