Los días van y vienen, pero siempre debería ser Navidad si esta nos hace mejores
El día 5 de diciembre, en este programa Panorama de Canara, se corrió un comentario de la señora Rocío Solís Zamora, sobre la experiencia dolorosa del asesinato de su esposo, en la cochera de su casa. Le tocó vivirlo con sus hijos.
Hizo mención de otros crímenes: el último, para colmar la copa de la iniquidad, indignidad, y la infamia, el asesinato de la ciudadana venezolana, señora Stefarnark.
La señora Solís Zamora ahondó en otras consideraciones perentorias y angustiantes para la familia, la sociedad y la nación costarricense, patria querida que nos exige respeto, convivencia amistosa y almas limpias y buenas; si no un nido de ignominias y sin decoro, honor y el debido respeto a las personas.
El hampa se impone, refocilándose. Las autoridades, lamentando su no mea culpa aclaro: las autoridades actuales, pero dando ellas visos de decoro, firmeza y valentía, con advertencias graves a esta hez, y la sociedad costarricense ayuna de seguridad, en defensa impotente, ahogándose en sus lágrimas del dolor inefable.
Proveyendo los cadáveres.
¡Vivimos en Jauja!
Adiós a los encuentros, festividades, cumpleaños, alegría y felicidad en los hogares costarricenses, si no es con el dolor de la ausencia de un ser querido, inmolado en aras de la criminalidad impune y nefanda.
¡Ironía! En el país del “pura vida”.
Hasta ahora 12 homicidios nefandos por 100 000 habitantes.
Triste Navidad, Costa Rica.
¿Hasta cuándo?
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