En torno a la Navidad
Romano Guardini, profesor de Filosofía de la universidad alemana de Colonia, comenzó a combatir el vacío interior que le sobrevino a Europa apenas terminada la II Guerra Mundial (1945). En general, difundió el contenido de su libro La aceptación de sí mismo. Es decir, aceptarse como persona. O sea, acogerse tal como cada uno es, con sus virtudes y defectos, como un ser que la guerra no lo consumió ni lo desapareció. Esa persona está ahí, existe, y debe levantarse de los escombros de una catástrofe.
Fernando Inciarte, Decano de Filosofía y Letras de la universidad de Munster, habla de la época actual como “ininteligible”, dando a entender estar compuesta de extraños y diversos elementos. Otro autor, en estos días finales del 2018, la define como “la globalización de la indiferencia”, Papa Francisco, probablemente, referida a la caravana de ciudadanos hondureños, animados por el deseo de cruzar la frontera norteamericana. ¿Y quiénes componen esta globalización de la indiferencia? Probablemente los pobres, los necesitados de trabajo, casa, trato humanitario y paz. Ese es el tiempo del mundo que tenemos entre manos.
En el ambiente previo a la Navidad pensemos en una gran verdad: en que todos somos hermanos, personas necesitadas de bienes y de amor, de solidaridad y de respeto y tolerancia mutuos. Luchemos para ser felices. Sobran las razones para llevarle al mundo la alegría y la esperanza. Abriguemos el propósito de llevar al seno del hogar verdadero espíritu de entrega, comprensión y paz. Un europeo con años de vivir entre nosotros, habla de ser Costa Rica una joya a cuidar por todos.
Mas allá del mínimo bienestar material que todos necesitamos para vivir, y recordando los días en torno a la Navidad, recordemos también la importancia de construir la morada donde hemos de vivir para siempre. Este es el primordial mensaje de Nochebuena. Tal fue la estrella guía de los Reyes Magos. Esta es la feliz noticia que bajó del cielo.
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