A veces me pregunto si será que los diputados no quieren que trabajemos.
Ante las intenciones de algunos pocos ciudadanos de querer hacer una constituyente, me hice la siguiente pregunta: ¿Y por qué no más bien revisar la legislación existente, con sus reglamentos y decretos incluidos, y así agilizar las tramitologías, zancadillas y todos los obstáculos que se nos presentan por esa maraña de, repito, leyes, decretos y reglamentos que chocan muchas veces entre sí?
Resulta que se miden las legislaturas por la cantidad de leyes que se aprueban y no por la calidad de las mismas o por lo oportunas o necesarias que estas sean. Resulta entonces que para tener relevancia en el parlamento hay que presentar proyectos de ley, y ahí se complica la cosa, iniciativas para que los estilistas, tal cosa, para que los sacerdotes, tal otra. Gracias a Dios, no son la mayoría de los señores y señoras diputados los que presentan iniciativas insípidas, incoherentes y/o contrarias a la idiosincrasia costarricense. ¿Será que no nos quieren dejar trabajar o más bien se trata de una estrategia para sacarnos del foco de las cosas que realmente importan y que algunos pocos quieren imponer a la mayoría a como dé lugar?
Señores y señoras diputados, ustedes tienen la gran responsabilidad de devolver a este país, a este pueblo, la esperanza, la ilusión y especialmente la calidad de vida, la posibilidad de que trabajemos en paz y con dignidad. No se vale que todos los días se castiguen las iniciativas de producción de riqueza con nuevos impuestos, trámites y trabas. Sabemos que la mayoría de ustedes tienen la capacidad y la actitud necesarias para construir la Costa Rica que todos, o por lo menos, la mayoría queremos heredar a nuestros nietos. No se vale entonces que una minoría de señoras y señores diputados se apoderen del parlamento o por lo menos que no se utilice el valioso tiempo de sus agendas en discusiones que no construyen y más bien, destruyen.
El país urge de reactivación económica, de ilusión, de oportunidades de trabajo, ustedes tienen la palabra.”
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