¿A dónde va Costa Rica?
La mañana del 14 de junio el país amaneció con la ejecución de 57 allanamientos por parte del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) en sitios como Casa Presidencial, el Consejo Nacional de Vialidad, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes para investigar supuestos delitos de peculado, cohecho, falsedad ideológica, malversación de fondos, tráfico de influencias, entre otros.
Según Walter Espinoza, director del OIJ, esto está relacionado con hechos de corrupción en la función pública y es uno de los casos más importantes que han trabajado junto con el Ministerio Público desde 2019.
Solo queda preguntarse ante este hecho y otros que nos cuentan en las noticias en las últimas semanas, pero también meses y años: ¿a dónde va Costa Rica?
Esta situación representa un golpe a nuestra institucionalidad, a la credibilidad, a nuestros valores democráticos, y un golpe también a las finanzas que terminaremos pagando entre todos. Ya sabemos de la alicaída situación fiscal que vivimos y la forma en que esto se resuelve siempre: pagando justos por pecadores.
Sin acusar a nadie, y permitiendo que las autoridades correspondientes hagan su trabajo, no se vale este tipo de noticias en medio de una pandemia que ha duplicado el desempleo, que ha hecho crecer la pobreza y la pobreza extrema, que ha contado por miles las muertes en nuestro país.
Mientras tenemos la esperanza de salir adelante, luego de más de un año de pandemia, forjando entre todos lazos de solidaridad en momentos de verdadera necesidad, algunos cuantos se aprovechan para minar la poca o ya casi nula credibilidad en nuestras instituciones y servidores públicos.
No se vale tampoco este tipo de actuaciones para con los servidores del sector público que realmente son ejemplares y se esfuerzan por trabajar en procura de un mejor país.
Muy grave y difícil es la labor que tienen los políticos que están en el poder y aquellos que quieren alcanzarlo, o los que quieren volver a ostentarlo para que la ciudadanía recupere la confianza. Solo se podrá hacerlo con hechos creíbles, no con demagogia ni con el aprovechamiento de esa condición de poder para canalizarlo en función de intereses propios.
Los hechos que llevaron a despertarnos el 14 de junio con esta pésima noticia son una muestra de la Costa Rica que no queremos, pero que, lamentablemente, muchos están forjando el camino para destruirla.
Depende de todos, sea en función pública o no, y de todas nuestras actuaciones, que podamos construir patria siendo honestos, pensando en el prójimo, construyendo paz y fraternidad. De otro modo, no podremos recuperar a Costa Rica ni llevarla por el rumbo que tanto anhelamos.
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