¡A propósito del Día Internacional de los Trabajadores!
La vida laboral es uno de los aspectos que ocupa una gran parte de la existencia de los individuos, en ocasiones se pasa más tiempo en el trabajo que con la misma familia. A pesar de ello, para algunas personas el trabajo, más que satisfacción, pareciera ser una obligación impuesta; solamente un medio para obtener dinero con el cual sufragar sus necesidades.
Sin embargo, el trabajo es una actividad enteramente distinta. El trabajo ha de ser la expresión creativa de los humanos para manifestar, e ir desarrollando, las inmensas capacidades que existen dentro de cada uno de nosotros.
De esta manera, el trabajo constituye un medio extraordinario de satisfacción y crecimiento, pues al ser una expresión de uno, podría ser, a la vez, un medio de autorrealización ya que representa una forma de desarrollar nuestras aptitudes y habilidades, tanto físicas como mentales, en pos de convertirnos en mejores humanos, sentirnos útiles, motivados y orgullosos como parte de un mecanismo de producción mayor.
Además, el trabajo debe ser asumido como la manifestación de la vocación acompañada de un espíritu de servicio hacia los demás. Por lo tanto, se debe comprender que el verdadero sentido del éxito profesional consiste en que la persona, mediante cualquier labor realizada, se exprese profundamente y disfrute de su trabajo. Confucio decía: “Encuentra un trabajo que te guste y no volverás a trabajar ni un sólo día de tu vida”, precisamente la clave es encontrar nuestra pasión y hacer de ella nuestro trabajo diario.
En este sentido, el verdadero éxito del trabajo dependerá de la eficacia real, de la utilidad efectiva que este tenga para los demás, porque el trabajo puede ser un medio de servicio, una manera de crear acciones que le sean útiles a los demás y que, en cierto sentido, solo uno puede llevar a cabo de una manera óptima.
No olvidemos que el trabajo nos lleva a desarrollar habilidades y competencias como la cooperación, la empatía, la creatividad y responsabilidad; nos colma de orgullo, alegría y paz por el deber cumplido; nos hace sentir útiles, eficientes; el trabajo es importante si se desea ser alguien, avanzar en la vida, alcanzar la prosperidad y realizarnos.
Definitivamente, es hasta que la persona descubra su auténtica vocación, y encuentre lo mejor de sí, que no vivirá forzada en todo lo que realice y que le permitirá dignificar, como es debido, esa noble expresión humana que representa el trabajo. Ya lo expresó muy bien el filósofo Jorge Ángel Livraga: “No es el oficio el que dignifica al hombre, sino el hombre el que dignifica el oficio”. Por eso, ¡que vivan siempre el trabajo y la paz!
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