Ana, Pamela, Jenny, Johanna, Emilce, Nadia, Marisol, Stephannia, Leslie, María Rafaela, Kimberly, Kiara, Mildroren, y muchas más
Hoy, sus voces se han silenciado. Sus hijos ya no cuentan con su protección y amor. Sus padres no pueden abrazarlas. Estas mujeres fueron asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, porque sus agresores pretendían poseerlas, ignorando su voluntad, como si fueran objetos que se usan y desechan al antojo de su «dueño».
El pasado 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que nos recuerda la urgente necesidad de combatir con mayor eficacia este flagelo alimentado por la cultura machista y patriarcal.
No se trata de invenciones ni exageraciones, como algunos sectores intentan minimizar. Los datos son contundentes. Según el Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial, hasta el 13 de noviembre del 2024 se han contabilizada 21 femicidios y alrededor de 70 muertes violentas de mujeres en Costa Rica. Estas cifras evidencian una preocupante tendencia al alza respecto a 2023.
La violencia contra las mujeres es real. No es una invención de la lucha feminista. Todos los días somos agredidas, minimizadas, acosadas, violadas y asesinadas.
Este es un problema que requiere la participación de toda la sociedad. Hombres y mujeres, juntos, debemos trabajar para erradicar este mal que tanto dolor causa a las familias de nuestro país.
Vivir con miedo por: salir solas, expresar nuestras opiniones, decir «no» o simplemente vestir como queremos, no es normal, representa una sociedad injusta para el 50% de su población. Culpar a las mujeres por vivir en libertad, alimenta la violencia de los agresores, quienes imponen su voluntad a través de abusos, golpes e incluso asesinatos.
Hoy, muchas familias no tienen a su lado a mujeres valiosas porque el machismo decidió eliminarlas por atreverse a resistirse.
Que esta conmemoración sea un espacio de reflexión profunda sobre las actitudes, acciones y omisiones que perpetúan la violencia contra las mujeres. Los micromachismos, la indiferencia y la complicidad ante el abuso son conductas que deben erradicarse de raíz.
Hoy, muchas mujeres serán agredidas, y sus familias sufrirán las consecuencias de una sociedad que, tristemente, normaliza esta violencia.
Seamos la voz de las mujeres que ya no están y el apoyo para aquellas que aún pueden salir con vida de estas situaciones. Es nuestra responsabilidad, como sociedad, protegerlas.
Costa Rica, mantente alerta. No permitamos que más vidas de mujeres sean apagadas por la violencia machista.
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