Arte nacido del espíritu y sangre

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Arte nacido del espíritu y sangre
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Ni los brazos candentes del sol, ni el pesado abrigo del frío, ni los inquietos parpadeos de alguna llovizna, ni las miradas despectivas de algunos, merman la voluntad de trabajo de esos hombres y esas mujeres que dedican su vida a transitar por las calles o los parques de nuestro país transmitiendo su arte.

Dedicados en cuerpo y alma a su expresión cultural, y siempre en pie de lucha ante las adversidades, estos singulares y anónimos artistas ambulantes mediante su música, bailes, representaciones teatrales, juegos, malabares, magia o mímicas, despiertan, en el sentimiento de su público, múltiples alegrías y sinceros aplausos que hacen de su labor toda una habilidad artística.

 

Un arte que, ciertamente, no participa de los parámetros del arte de élite; es decir, aquel que se piensa le es propio a una minoría erudita quien, privilegiada por los dones de las Musas, es la única que puede producirlo, entenderlo y prolongarlo. El de ellos es un talento popular, un arte sencillo, nacido del espíritu y la sangre de esos creadores de la calle que trabajan por y para el pueblo sin distingos de clase, religión, género o edad.

 

¡Cuántos artistas de la calle hay en nuestro país, y cuántos verá nacer nuestra tierra, que tienen y tendrán que soportar la falta de comprensión de quienes ven, en ese arte popular, una manifestación llana y sin ningún mérito! La gran misión de ellos, los artistas de la calle, es, entonces, la de seguir produciendo, cultivando, defendiendo y transmitiendo su arte; solo así podremos volver a creer que el arte es una forma de producción humana y cultural que debe servirle a la sociedad en general y no, solamente, a unos cuantos privilegiados.

 

Y la gran tarea de todos, ante esto, es la de comprometernos a valorar y fortalecer esas manifestaciones populares que laten y deambulan por nuestras calles o parques para procurar que la destreza y sabiduría de estos artistas no se pierda, pues flaco favor se le estaría haciendo a la cultura nacional al minimizar este arte que hace aún más dignificante la historia artística de nuestro país.

 

Porque si realmente queremos comprender el arte como un horizonte abierto y hacer de él un arquitecto de las condiciones espirituales, intelectuales y sociales de nuestro país, no debemos ignorar los esfuerzos que los artistas del arte popular están llevando a cabo para reivindicarlo.

 

¡Meditémoslo!, el arte de la calle requiere de una actitud de responsabilidad social y de voluntad para apoyar una actividad que significa para sus creadores, no solo una forma sublimada de expresión artística, sino una manera de vida, en el más amplio sentido de la palabra.

 

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