Cada recorte en Educación les roba las alas a muchos niños y adolescentes
Cómo es posible que en pleno siglo XXI, cuando décadas de historia han demostrado que la Educación es prioridad, en Costa Rica más bien se le menosprecie y se le hagan zancadillas.
Cuándo entenderán los políticos que la Educación no se debe ver como un gasto sino como una inversión hacia ese potencial humano que tenemos y que son nuestros niños y adolescentes sus directos favorecidos.
En febrero anterior, la prensa dio cuenta de que el recorte presupuestario aplicado por el Gobierno para el 2023, elimina cerca de 70.000 becas y subsidios para estudiantes, según la Contraloría General de la República.
Nuestros antepasados se han de estar revolcando en sus tumbas, al ver que sus sacrificios y enseñanzas no tuvieron eco.
Son sabias las personas que están convencidas de que la mejor herencia que se le puede dar a un hijo es la educación, un título. La enseñanza es la herramienta capaz de romper un ciclo de miseria, es la mano que ayuda a subir un escalón más para salir de la pobreza social. Pero aquí más bien parece que lo que se quiere es tener gente no pensante, porque la gente educada, piensa.
El aula es el único lugar seguro para muchos menores de edad, quienes sufren en sus casas cualquier tipo de agresión, es el sitio de contención para algunos que fácilmente pueden ser tentados por el dinero fácil y convertirse en presas de las bandas,
Pero, parece que más bien esto es lo que se busca en el país, desmotivar a los niños, adolescentes y a sus padres, con este recorte en rubros tan importantes como transporte, becas, alimentación. Estamos quitando estos elementos que atraen, en lugar de buscar como engancharlos más.
Después del bache que sufrió la educación púbica por culpa de la pandemia, todos los políticos, todas las autoridades, deberían tener centrada su atención en este sector, pero parece que no; no comprendo esas mentalidades que más bien le quitan su valor.
Yo quiero seguir viendo a los niños y a los adolescentes ilusionados, cargando sus cuadernos y luciendo sus uniformes. No quiero seguir lamentando por todas esas personas menores de edad que han muerto en enfrentamientos de bandas narco o que ahora purgan cárcel por delitos cometidos contra la vida otros.
Nunca es tarde para tomar las decisiones correctas, pero cada día que pasa, las consecuencias pueden ser peores,
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